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Maldito sea el catorce de febrero y el jodido afán de la gente con celebrar un día como ese.

No tenía nada contra el romanticismo, pero la manera en que exageraban la fecha con tal la hacía sentir repulsión.

Aunque, ¿quien sabe realmente?

Quizá era envidia hacia esas parejas que estaban juntas sin ningún tipo de problema y eran felices. Pero como dije anteriormente, ¿quien sabe?

Llovía a cántaros mientras Angie con un débil paraguas intentaba retener la lluvia que quería mojar su cabello. Joder. Se arrepentía como un hombre al que por primera vez le reconocen una infidelidad, por haber ido a secarse el cabello un día como aquel. Había revisado el pronostico del tiempo mirando al cielo y comprobando con la mismisima brisa que no fuera a llover, y ahora se sentía decepcionada de que esta le hubiera mentido.

Ya ni la vieja confiable era tan confiable.

Hubiera utilizado a sus mejores amigas como taxis, pero lamentablemente estaba sola en la travesía de que el agua no se la llevara a ella y a su cabello recién laciado.

Para cuando llegó a la casa, tenía la piel tan humeda que las llaves se les resbalaron de los dedos como si hubieran sido embadurnados con aceite. Si estar bajo la lluvia como una sin familia no había sido lo peor del día, para cuando abrió la puerta de la casa el ranking del número uno encontró un nuevo dueño que se hiciera con él.

La muy mierda de Clean tenía a las niñas llenas de cacao hasta en el cabello, y el piso parecía área de construcción gracias a toda la masa y harina que habitaba en el suelo. Segura como estaba, él facilmente convertiría a las dos niñas en albañiles.

Si tenía ingenio, la masa podría usarse como empañete para ladrillos.

-Dios tiene que darme la paciencia de una profesora de inglés a mí para yo soportar tanto calvario porque esto no es normal-Gruñó, cerrando la puerta detrás de ella con un portazo que hizo a las niñas encogerse y a Clean mirar hacia atrás-¿Una no puede salir de esta casa y dejarte a las niñas que tú me haces recibirlas con la cabeza como un culo?-Lo regañó, a lo que Clean encogió los hombros.

-Dale gracias a Dios que es harina y no vaselina porque ahí sí gozas.

Los ojos de Angie se achicaron con evidente molestia.

-Hazme el grandísimo favor de lavarlas antes de que me quite los tacones y te los pegue entre el medio de la frente. Te doy cinco minutos y ya van tres.

-Bueno, miap...

-2...-Y Angie empezó a subir la pierna derecha mientras quitaba su tacón negro con cadenas de su pie y empezaba a apuntarlo con él-1...

-Ya voy. Ya voy. Nada más tienes que pedirme por favor, no es obligao ta con esa cara como un perro -Refunfuñó Clean.

Y sin embargo, eso no evitó que Angie lanzara su tacón y que este cayera en la mano de Clean, quien inmediatamente se quejó, frunciendo sus dos cejas rubias de tal manera que casi le llegaban al inicio del pelo.

-Pero mamañema-La miró mal-Sácame un ojo ya, coño.

-Ójala yo, para ver si te quedas ciego y dejas de hacerme reguero que tu no me limpias, coñón. Además, maldito drámatico, te cayó en la mano el zapato, deja tu ridiculez-Y, tomando más fuerza de su actitud infantil, le sacó el dedo del medio y levantó la cabeza, desafiante-Y atrevete a decir algo más ahí, para que tú veas como te parto un diente de una trompá.

-Yo opero con esa mano, ¿Oíste, maldita?

Angie encogió los hombros y movió la mano con desdén.

-Opera con la otra, entoces.

En las manos de Ángel.  (+18)  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora