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Aviso de cambio de tiempo.









18-2-2010

Miércoles.

10:53 A.M

España, Barcelona.


Nos acostumbramos tanto a ver una persona que, cuando esta falta, es inevitable no sentir un enorme vacío en el pecho.

Sin embargo, cuando la vida nos los arrebata, tendemos a hacernos preguntas constantes y sin respuesta por el simple placer de torturarnos a nosotros mismos.

¿Como era la vida capaz de cambiar tan rápido su rumbo? ¿Como era capaz el mundo de seguir girando cuando una estrella recién acababa de apagar su luz? ¿Donde estaba Dios, que no impidió que pasase? ¿No que eramos sus hijos? ¿No que nos protegía desde el cielo y blah, blah, blah? ¿Por qué? ¿Quién? ¿Para qué?

Era ridículo como todo el mundo estaba siguiendo con su vida cuando ella sentía que no podía más, cuando ella aún no podía aceptar que su mejor amiga ya no estuviera.

Que iban a coger su caso como uno más y lo iban a meter al archivero de casos sin resolver porque simplemente no habían encontrado pruebas ni tampoco evidencias en la escena, no había huellas en el cuerpo mucho menos indicios de algo que diera el perfil del asesino.

¡No había nada! ¡Nada! Y era frustrante y doloroso ahora tener que estar después de una semana en su funeral, verla muerta y postrada. Angie no lo aceptaba, se negaba a avanzar sabiendo que se podía hacer más, que podían buscar más.

Tan solo había pasado una semana desde la muerte de Kayneé, por lo que todos estaban guardando el luto requerido.

Anela había dejado de trabajar, se sentía indispuesta y se había refugiado en el alcohol, como siempre que tenía problemas con los cuales lidiar. Kynnie había empezado a tomar antidepresivos. Y Mazona... Mazona necesitaba pastillas para dormir si quería descansar sin pesadillas y no levantarse llorando en la noche.

Angie se había ido a vivir con su madre y Yania, su hermana. También tenía problemas para dormir, pesadillas en la noche y náuseas que la ponían a vomitar todo lo que comía o se asentaba en su estómago por más de cinco minutos.

Con su lindo vestido negro que llegaba hasta los muslos, con escote corazón y unos tiros anchos pero finos de tela elástica que le cruzaban la espalda en un bajo escote cuadrado, Angie caminó por entre la multitud con un ramo de rosas blancas y los hombros caídos por la tristeza. Recordaba claramente cuando Kayneé le dijo que le gustaban las rosas blancas, porque decía que eran señal de paz. Decía que, si un día ella faltaba, solo tenían que buscarla en un sendero de rosas blancas lleno de mariposas del mismo color; la extrañaba, le dolía el alma al pensar que su amiga ya no iba a estar y que ni siquiera le dieron la oportunidad de vivir un poco más.

¿Como podían ser tan crueles y aparte, exponer así un asesinato a sangre fría?

De solo recordar las horribles palabras del médico luego de hacer la autopsia, se le revolvía el estómago y su cuerpo se estremecía de rabia.

-La víctima presenta graves indicios de violencia, tanto física como sexual. También presenta signos de defensa, y una cantidad innumerable de pastillas para dormir ingeridas. -Dijo el doctor, mientras revisaba una libreta-Por lo que no podemos asegurar si fue o asesinato, o suicidio.

Aun así, ella creía que había sido asesinato. La escena mostraba lo suficiente. Se la habían arrebatado de las manos no solo a ella, a todas.

Quería venganza por su amiga, y la iba a tener porque nadie que tuviera miedo a la muerte, se le enfrentaba y salía ileso.

En las manos de Ángel.  (+18)  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora