AngieMaldita sea, estoy siendo absorvida por un remolino de deseo que me ahoga en lujuria.
Su boca empieza a ascender desde mi ombligo al valle de mis senos descubiertos, sus labios me elevan del suelo, me estrellan contra la troposfera. Estoy envuelta en la intensidad con la que me chupa la piel, me vuelve loca. Besa mis senos uno por uno, chupa los pezones erectos y se recrea en ellos, sacándome varios suspiros.
La bruma del placer me hace suspirar, su boca húmeda dirigiéndose a mi cuello cuando se cansa vuelven a humedecer mi centro sensible, que inmediatamente palpita como el traidor que es.
Me siento tan malditamente ida que es vergonzoso.
No se ha quitado la ropa, por lo que siento la rugosa tela de su pantalón rozar mis muslos desnudos como un presagio.
Amo la sensación de calidez que sus dedos me proveen al pasarse con delicadeza por mi piel; la leve caricia que me regala en las estrías en mi vientre y los besos poco inocentes que se dirigen a la comisura de mi boca.
Su beso es seguro, perfecto. Me encanta como nuestros cuerpos compaginan, cómo si hubiéramos sido hechos el uno para el otro, y como me encantaría que fuera así. Que en verdad lo estuviésemos y que este no fuera solo un encuentro casual con el hombre con el cual engendré una hija a la cual él ni la cara quiere ver. Maldito cobarde él, maldita estúpida yo que sigo cayendo en el mismo hoyo de deseo donde no avanzo.
Lo iba a intentar, de verdad que lo quería intentar, pero no puedo obligarlo a que llegue, la vea, le hable, la ame, le dé atención. No puedo y se nota que él no desea hacerlo tampoco.
Mis dedos se engarrotan en su poloché, agarrándose al borde que empiezo a subir cuando la respiración me falla y preveo que se alejará. Se la quito por la cabeza, tirándola en no se dónde y bajando mis manos a la hebilla del pantalón negro que lleva puesto y el cual no me molesté en detallar.
Lo quito, desencajando el botón que segundos después él se encarga de quitar del todo para así bajar el pantalón junto con los boxers. Mi boca se posa en su cuello, aquel que beso con delicadeza y en el cual pego mis dientes y muerdo.
Lo escucho suspirar, aspirar y volver al ruedo.
Sus grandes manos me agarran los muslos, me acercan a él mientras el largo falo hace presión en mi abdomen. Sus dedos entonces ahora se posan en mis pezones otra vez, dándole atención cuando aprieta, afloja y jala de ellos.
El suspiro pesado que emerge de mi garganta es obstruido por su mano cuando pasos se escuchan fuera de la habitación.
De todos los cuartos en la casa, por el único en el que no me preocupé por insonorizar, fue este, todo porque fue un cuarto que vino después, un año luego del nacimiento de Kyanna.
Ahora me arrepiento al sentir como sus manos rozan su pene por la ranura de mi vagina, penetra, sale y vuelve a rozar con el mismo ritmo y me empieza a desesperar porque se está burlando jodidamente de mí. Lo vuelve a hacer, haciéndome respirar acelerada, cómo si estuviera corriendo kilómetros y más kilómetros y ya estuviera exhausta.
-Pofbr, jasz algo, mldcuon-Es mi voz amortiguada lo que se escucha, pues él aún no quita su mano y los pasos fuera tampoco cesan. Ha de ser Mazona, pues no le avisé cuando entré y quité la configuración de protección que rodea la casa.
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En las manos de Ángel. (+18) Libro 1
Storie d'amore«¿Ella podrá perdonarme?» El libro está siendo editado de manera privada, por lo que los capitulos que estarán viendo por ahora van a ser unos pocos. Pido perdón de antemano, señores y señoras. ---------------------------- El libro contiene un alto...