𝗠𝗢𝗥𝗘 | ashton irwin

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7 de septiembre de 2016
Inglewood , Los Ángeles

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Alicia venía detrás de mí tratando de convencerme para que la acompañara. Le había dicho muchas veces que eso sería inútil.

No conseguirá que cambie de opinión.

—¡Por favor Kaede! —canturreó mientras aceleraba sus pasos.

—Déjalo ya Alicia, ya te dije que es inútil que sigas intentando convencerme. Mi respuesta es y seguirá siendo no.

—Prometo que te la pasarás bien —me tomó del brazo.

Quiero muchísimo a Alicia, pero aunque me lo pidiera mil veces no accedería a su petición. Tengo cosas que hacer esta noche y no puedo posponerlas.

—En serio lo lamento, pero no puedo ir contigo esta vez —tomé su mano que estaba deteniéndome—. Será en otra ocasión, ¿de acuerdo?

—Yo en serio quería ir contigo Kaede —murmuró.

—Lo sé, pero tengo cosas que hacer hoy y no puedo posponerlas para otro día. De verdad lo siento.

Después de eso Alicia no volvió a insistir en el tema y continúanos con nuestro camino. Estábamos yendo a mi casa a pie ya que mi auto se había quedado sin gasolina unas calles antes de llegar.

Ambas llevábamos bolsas de compras, ya que era día de compras en el supermercado para llenar nuevamente mi alacena.

Normalmente hacía mis compras los domingos, pero tenía planes para ese día y también porque mi despensa se había acabado antes de lo esperado.

Por lo que me vi en la necesidad de adelantar mis actividades rutinarias. Fue una suerte que Alicia hubiera ido conmigo a hacer las compras o de lo contrario no sé cómo estaría en este momento.

Había comenzado mi vida de adulta independiente hace tres años y aún me resultaba bastante difícil, pero por más difícil que fuera no sería capaz de regresar a casa y escuchar a mi madre decir; te lo dije.

Ella no había estado de acuerdo cuando le dije a mis padres que quería comenzar a independizarme. Fue una época bastante complicada.

Una vez estando dentro de mi casa dejé las bolsas en la primera superficie plana que encontré y solté un gran suspiro de alivio.

Alicia hizo lo mismo.

—Deberías de comprarte un nuevo auto —dijo la chica mientras caminaba a la sala de estar.

—Lo haré. Pero ahora no.

—Entonces, ¿cuándo?

—Pronto, ya lo verás —le di una sonrisa.

—Eso llevas diciendo desde hace siete meses —murmuró la rubia.

—No es demasiado —me excusé—. Además de que no se me ha dado la oportunidad de ver algún auto que me guste.

—¿No? —enarcó una ceja—. ¿Y todos esos autos que ves en las calles y fantaseas con ellos? Creo que debiste de haber aceptado aquel regalo de tus padres en navidad.