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Tomé una gran bocana de aire y llena de decisión toqué el timbre de la casa. Mis manos sudaban, me sentía como una adolescente que se había escapado de casa en la noche y sabía que estaba en problemas.

Pasaban de las cinco de la tarde, por lo que el sol estaba comenzando a ocultarse, entrelace mis manos y las mantuve frente a mí durante un periodo de tiempo bastante largo. Creí que nadie iría a abrirme, así que estaba lista para irme.

Pero antes de que pudiera dar un paso atrás, vi el rostro de mi papá frente a mí. Tenía puesta una ropa muy casual y tenía el rostro lleno de preocupación, cuando nuestras miradas se encontraron me dio una sonrisa de alivio.

—Kaede...¿dónde te habías metido? —preguntó preocupado, dio un par de pasos para abrazarme—. Tu mamá y yo estábamos muy preocupados por ti, sé que viviste casi toda tu vida en este lugar, pero aun así nos preocupas mucho.

—Lo sé y lamento mucho hacerte pasar por tal preocupación y también lamento mucho lo de ayer, actué como una inmadura y arruiné tu cumpleaños, te juro que esa no era mi intención.

—Está bien hija, eso es lo menos importante. Lo que en realidad importa es que te encuentras bien, ¿dónde pasaste la noche?

—En un motel a unas calles de aquí, ya había estado ahí antes. La señora me conoce.

—Por favor no vuelvas a hacer algo así.

—Siento que tengo quince años y me están sermoneando porque llegué tarde —bromeé.

Papá rió y entonces me relajé un poco más.

—Vamos adentro.

—¿Estás enfadado conmigo? —pregunté, alejándome de él.

—No lo estoy Kaede —sonrió con sinceridad—. De verdad que no lo estoy, deja de preocuparte por eso y mejor entra a casa.

—Te amo papá.

—Y yo te amo a ti, Kaede.

Mis pisadas eran cautelosas, no quería llamar mucha la atención, sólo quería estar con mi papá, sería incapaz de ver a mi mamá a la cara y tener que darle una disculpa. Mi orgullo no me lo permitiría.

—Estamos por cenar —informó mi papá—. Seguramente debes tener hambre, acompañándonos.

Mierda.

—Claro —dije dándole una sonrisa fingida.

Mi papá iba adelante de mí. Lo aceptaré, estaba escondiéndome como una niña pequeña detrás de él, lo estaba usando como un escudo para huir de los regaños de mi madre, aunque era consciente de que eso no duraría mucho. Tenía que verla y esconderme detrás de papá para retrasar eso era inútil.

Una vez entramos a la cocina el aroma de la lasaña invadió mi nariz, era un aroma delicioso, sabía que la lasaña era uno de los platillos favoritos de papá, así que no se me hacía extraño ver que mi madre le había preparado una deliciosa lasaña por su cumpleaños. Y también supe que detrás de las intenciones de aprecio y cariño, también era una manera para disculparse por lo que había ocurrido la noche anterior.

Mi mamá se sentía tan culpable como yo.

—Kaede —mencionó una vez me vió—. No esperaba verte aquí.

—Hola para ti también.

Papá me dio una mirada rápida. Bien...haría mi mayor esfuerzo para que las cosas vayan bien y la cena no sea arruinada por un nueva discusión con mi madre, eso era un verdadero reto.

La comida ya está servida, era obvio que mi mamá no esperaba que fuese a casa, por lo que tuve que servirme mi propia cena, no le reclamé por eso, sabía que los había sorprendido con mi llegada después de lo que ocurrió ayer.

Aún me sentía bastante culpable por eso, me sentí un poco más culpable cuando recordé que mientras mi papá seguramente se la estaba pasando muy mal, yo estaba coqueteando con un desconocido en un bar bastante lejos de aquí.

Antes nuestras comidas eran divertidas, siempre teníamos de que hablar y convivíamos sin ningún problema, después de haber decidido irme de casa las cosas se pusieron bastante tensas y desde ese día las comidas seguían siendo iguales.

Una ve habíamos terminado le ayude a mi madre a levantar la mesa, ninguna de las dos permitió que mi padre se levantara de la mesa y tratara de ayudarnos, sin estar de acuerdo, ambas estábamos bastante comprometidas con eso de disculparnos con él por lo que le habíamos hecho pasar el día de su cumpleaños.

En parte estábamos haciéndolo para que saliera de nuestra conciencia.

Después de haber dejado la cocina brillante nos dirigimos a la sala, nos sentamos en el sofá y ninguno mencionó algo para tratar de romper el incómodo silencio.

—Los dejo solos —murmuré levantándome del sofá—. Si necesitan algo estaré en mi habitación.

Por suerte ninguno de los dos me obligo a quedarme y es que en verdad era lo que menos quería en ese momento, las cosas aun seguían muy tensas entre mi mamá y yo, no quería estar mucho tiempo con ella y hacer que mi papá también se sintiera incómodo.

Mi habitación seguía tal y como la había dejado el día que me fui a Los Ángeles. Ese día mi papá fue el único que me acompaño al aeropuerto, me moleste mucho con mi madre, pero nuestros términos en ese momento eran peores a los de ahora. Me acosté en la cama con todas las luces apagadas, necesitaba tan solo unos segundos de silencio, después tendría que ver mi correo, porque estaba más que segura que tendría trabajo para el lunes que regresaré al trabajo.

—Bien Kaede, es momento de hacer cosas de adulta —dije en un suspiró.

Me levanté de la cama y caminé hasta mi escritorio donde estaba mi laptop cargando, con bastante pereza jale la silla y me senté en ella, mientras esperaba a que el ordenador encendiera, tomé mi celular y entonces me percaté de que tenía un mensaje de texto sin leer.

Ashton5sos: Estaré en Los Ángeles en una semana, ¿te gustaría salir?

𝗠𝗢𝗥𝗘 | ashton irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora