CAPÍTULO 18

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Pasaron unas semanas; Ginny buscaba a Draco cuando se sentía sola y triste, se iban, tomaban algo y siempre terminaban yendo a algún hotel. Era ya casi una costumbre para ambos: esa ambrosía que degustaban cada vez que sus labios se unían, lo placentero que era sentirse el uno al otro, era... casi indescriptible.

Pero, con el tiempo, no solo era una simple relación carnal, sino que habían pasado esa línea, esa pequeña separación entre lo pasional y lo sentimental; el corazón se había superpuesto a la razón, y era algo que Ginny había querido evitar al extremo.

No quería enamorarse de nuevo; había sufrido mucho en tan poco tiempo y quería algo de un rato, que fuera simplemente placentero, no quería una relación ni mucho menos un enamoramiento... Pero con el tiempo, esas afirmaciones fueron perdiendo peso con el tiempo; se había enamorado irremediablemente de Draco Malfoy.

Ese día, se había quedado echada en su cama, pensando. Quería ser feliz, como su hermano y Luna, que ya tenían un par de semanas saliendo, pero aún tenía miedo. Había salido lastimada y había creado una coraza contra el amor que, poco a poco, Draco logró destruir. Aunque aún tenía temor, pensaba en cómo sería si lograba confesar sus sentimientos...

'¿Si se lo digo hoy?' – pensaba, cerrando los ojos.

En eso, recordó que ese día también había quedado con él, vio la hora y se empezó a vestir. Ya había tomado una decisión; no sabía si sería la correcta, pero no pensaba echarse para atrás.

*unos minutos después*

- Hey – dijo Ginny, parándose frente al rubio.

- Hola – le respondió Draco, sonriendo. – Entonces... ¿a dónde quieres ir?

- ¿Qué tal... si vamos a ese restaurante que me mostraste hace unas semanas? – preguntó Ginny.

- Oh, claro. Vamos – dijo Draco, tomándola del brazo.

Segundos después, se encontraban frente a esa fachada nueva y lujosa del callejón Diagon. Entraron, se sentaron en la misma mesa que la primera vez que vinieron, ordenaron algo de comer y, mientras comían, Ginny seguía pensando en lo que estaba a punto de hacer.

Terminaron de comer, y la pelirroja tenía ganas de echarse para atrás. 'No, no se te ocurra. Tú no eres así; eres Ginevra Weasley, y tú no te arrepientes de tus decisiones' – pensó, segura.

En eso, Draco ordenó un par de vasos de whisky de fuego. Miraba a la chica; se le veía concentrada y pensativa. Le gustaba mirarla cuando ella no se daba cuenta; era como un nuevo pasatiempo. Lo cierto es que haber encontrado de nuevo a Ginny en la tienda de Madame Malkin había sido una suerte; la chica había cambiado en muchos sentidos su vida. Y ahora... Ahora esa pelirroja se había adueñado de su corazón.

En eso, llegaron sus bebidas. Tomaron, y conversaron, como siempre. Después de unos cuantos vasos, Ginny empezó a hablar:

- ¿Sabes, Draco? – dijo; aún no le había hecho efecto el alcohol – Yo... Tengo algo que decirte – dijo la chica, seria, pero temblando por dentro.

- Dispara – dijo Draco, tomando otro sorbo de whisky.

- Yo... - Ginny tragó grueso – Pues, es que... Ash, es que me enamoré de ti, Malfoy – Ginny levantó la mirada a los ojos grises del rubio, que la miraban, impresionados – Así de sencillo; esto que yo pensaba que sería nada más que una simple aventura, se convirtió en un sentimiento, ¿sabes?

Draco no podía creer lo que oía, ¿sería el efecto del alcohol? No, aún no había tomado demasiado, no era eso. Entonces, ¿será... enserio?

- Di algo, por Merlín – dijo Ginny, jugueteando con su cabello.

- Bueno, pues es que me has agarrado de sorpresa. Ginny, yo también me enamoré de ti. – Ginny se sentía en las nubes; pensaba que no sería mutuo – Y pensaba decírtelo, pero te adelantaste – dijo Draco, sonriendo. Ginny también sonrió. – Bueno, ahora creo que viene la gran pregunta: ¿quieres ser mi novia? – dijo, sonriendo. Ginny lo miró, con los ojos abiertos como platos.

- Pues... Sí, sí quiero – dijo la chica, riendo y besando al muchacho.

NADA ES PARA SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora