CAPÍTULO 9

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*ese fin de semana*

Faltaban 3 minutos para las 5. Ginny miró el reloj que tenía puesto en la muñeca. Iba vestida de manera casual. Se miró al espejo y, sintiéndose satisfecha con el resultado, se desapareció de su casa. A los segundos, estaba en la puerta del Caldero Chorreante. Tal y como lo recordaba, pensó. Entró, y distinguió a su acompañante apenas entró; la cabellera rubia de Draco Malfoy era notoria entre la cantidad de gente que había.

- Hola – dijo Ginny, parándose frente a él.

- Hola – dijo el chico, sonriendo. En eso, vio que Ginny se iba a sentar en la mesa más cercana que había a ellos, y frunció el ceño - ¿Qué haces?

- ¿Sentándome? – dijo Ginny, confundida.

- No, no, no. Ven... - dijo Draco, jalándola de un brazo.

- ¿No se supone que vinimos aquí, al Caldero Chorreante?

- Era solo el lugar donde nos íbamos a encontrar. ¿Creías que me quedaría aquí? Ni soñarlo – dijo Draco, mirando tras suyo y avanzando más rápido.

- ¿A dónde se supone que me llevas?

- Espera unos segundos... Listo, aquí estamos – dijo, señalándole una de las tiendas del callejón Diagon.

- ¿Qué es este lugar? – dijo, Ginny, mirando todo. Nunca había prestado atención a ese lado de las tiendas. Pero el sitio, un restaurante, parecía nuevo, y se veía muy lujoso.

- ¿Nunca lo habías visto?

- No... ¿Acaso es nuevo? – Draco rio.

- No, no es nuevo. Tiene ya algunos años, al menos unos tres o cuatro... Supuse que no habías venido aquí... - Ginny lo miró, escéptica.

- Si solo me trajiste para presumir que...

- ¿Presumir? ¿Le llamas a presumir el querer invitarte a comer algo? – Ginny se quedó a mitad de la frase.

- ¿Vamos a... entrar?

- ¿Creías que te traje solo a que mires la pared de afuera? ¡Vamos, adentro!

Cuando Ginny entró, se dio cuenta que la parte de afuera era solo una minucia de todo lo que había dentro: las sillas, negras y brillantes, estaban preciosamente acomodados delante de mesas de madera. Las paredes eran de color azul claro, mientras que el piso era de una loseta color azul noche.

- ¿Te gusta? – susurró Draco al oído de la pelirroja.

- Es... hermoso – dijo Ginny con un hilo de voz.

Se sentaron en una mesa que había cerca de la puerta. Cuando les sirvieron la comida, Ginny miró a Draco analizadoramente. El muchacho levantó la vista y notó la mirada que le daba su acompañante.

- ¿Tengo algo en la cara? – dijo, arqueando una ceja.

- No, nada fuera de lo común – dijo Ginny – Pero... ¿estás seguro de que eres el mismo Malfoy que conocí en Hogwarts?

- Sí soy esa persona, pero no soy el mismo exactamente – dijo, tomando un poco de la cerveza de mantequilla que tenía a su lado.

- ¿A qué te refieres?

- A que cambié, Ginny. No soy el mismo arrogante Malfoy de antes – dijo, mirando a un punto indefinido.

- Eso sí lo noté – murmuró Ginny, lo suficientemente alto como para que el muchacho lo escuchara.

- Bueno, ¿qué tal todo? – dijo, mirándola, expectante. Ginny probó un pedazo de la comida que tenía frente a él: un pedazo de pastel de carne y riñones.

- Está delicioso – dijo, sonriendo y comiendo otro trozo.

*más tarde*

- Bueno, creo que ya nos podemos ir – dijo Ginny.

- Bien, voy a pagar la cuenta – entonces, Ginny pensó en lo costoso que debió ser todo eso.

- Yo te ayudo...

- Yo te invité, Weasley.

- Pero yo también comí, Malfoy

- Qué testaruda eres, enserio. No es necesario... - al ver la mirada que le lanzaba Ginny, dijo – Mira, yo pago esta vez, y tú la próxima, ¿de acuerdo? – Ginny lo pensó un momento...

- De acuerdo – dijo, a regañadientes. Draco sonrió burlón y se fue a donde se encontraba el mesero.

'La próxima vez...' – pensó Ginny. Muy a su pesar, quería volver a salir con Draco; la había pasado muy bien y tenía muchas ganas de quedar con él otra vez.

NADA ES PARA SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora