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Capítulo 5 (parte 1)

—¿Quieres la vitamina D?—Harry bromeó mientras se acostaba sobre mi cama. Ni siquiera supe por qué había subido hasta allí. Obviamente nunca sería capaz de dormir en ese lugar.

—Tu la quieres—respondí. Estaba demasiado concentrada colgando la última de tres fotografías que tenía con mi padre estando en nuestro ático de la vieja casa. La coloqué justo por encima de la ventana y sonreí hacia el familiar gato gordo mirándome detrás mío.

—Yo creo que es espantosamente terrorífico—Harry acotó, arrugando su nariz en desagrado—. Luce como el gato del País de las Maravillas. Tu sabes, ese que desaparece y luce como si un arcoiris le hubiera vomitado encima.

No pude evitar reír ante lo que dijo y en cómo él estaba hablando completamente en serio.

—Sí, lo conozco—todo el tiempo que estuve allí, él me había estado molestando acerca de Charlie y haciendo bromas cada que se le daba la oportunidad. Ahora, estaba lo más cerca de tener una conversación seria con él.

—¿Quién es?—Harry preguntó, aún acostado sobre mi cama. Su pregunta me tomó por sorpresa. Estaba pensando en que otra cosa me faltaba por limpiar para terminar finalmente, y no tuve una inmediata respuesta para su pregunta.

—¿El de la foto?—pregunté, un poco desorientada.

—Sí, el de la foto.

—Oh, era mi padre. Muchas de las cosas que traje hoy eran de él. En mi vieja casa teníamos un ático parecido a este, e hicimos una casa club de él. Todo esto lo guardábamos allá.

Harry no respondió verbalmente como supuse lo haría, en vez de eso, él ligeramente asintió con su cabeza y miró hacia sus manos, jugando con las sábanas de la cama. Quise preguntarle el por qué, pero luego recordé lo del periódico y el osito de peluche.

Quizá sería mejor que me lo guardara por ahora. Tengo mucho tiempo para preguntarte después.

—Uh, ¿Harry?—hablé, regresando su atención a mí.

—¿Sí?—sus ojos lucían como si esperarán por una pregunta la cual él no quería responder. Quería hacerle esa pregunta tanto como probablemente él no quería responderla, pero mordí mi lengua.

—Te veré luego, ¿sí?

—Pero...—Harry arrastró, dando a relucir su labio inferior para parecer triste—. Ni siquiera haz hablado conmigo hoy—rodé mis ojos hacia él y divagué mientras lentamente caminaba hasta llegar a su lado y sentarme en la orilla del colchón—. Oh, podemos no hablar también—movió sus cejas de arriba hacia abajo y sacó su lengua, postrándola levemente en medio de sus labios.

—Cállate—le advertí, golpeándolo despacio sobre el hombro.

—Sé que el que yo pueda tocarte es algo bueno, pero tu tocándome... no estoy seguro de eso.

—¿Por qué? ¿porque no te tocaré de la manera que quieres?

—Exacto—sonrió.

—¿Y ahora ves por qué estoy tan ansiosa de irme?—rodé mis ojos. Su rostro se desvaneció un poco ante mis palabras, pero él sólo suspiró.

—No te agrado, ¿cierto? Es por eso que te vas—su declaración me tomó fuera de guardia mientras lo miraba confundida.

Sus ojos parecían mirar dentro de un sueño el cual no podía ver mientras trataba de pensar lo que estaba por decir. Fui un poco dura considerando que debía ser cuidadosa de qué decir y cómo decir las cosas. De verdad no quería ofenderlo más de lo que ya había hecho.

The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora