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Capítulo 4 (parte 2)

Comencé a darme vuelta, colocando el pedazo de papel sobre la mesa más cerca de mí, y llamando a Lisa.

Pero ella ya se encontraba allí, aparentemente apurándome y diciéndome que nos debíamos ir.

—¿Qué?—pregunté, un poco avergonzada de que mi despiste haya funcionado tan bien.

—Debemos irnos. Son casi las seis de la tarde y aún no hemos ido a la heladería.

—Oh, bien—respondí mientras ella me jalaba de la muñeca y me arrastraba fuera de la biblioteca, sin darme tiempo de agarrar el periódico—. Lisa, pudiste haber esperado un minuto—protesté una vez habíamos regresado a la acera.

—Bueno, estabas ignorándome de todas formas, así que ¿cuál es el punto?—ella sonaba irritada mientras caminaba delante de mí, y si no hubiera pensado que ella era mi única oportunidad de tener una amiga, me hubiera alejado de ella y no habría dicho nada.

En vez de eso aceleré mi paso y pronto estuve a su lado de nuevo.

—No te estaba ignorando—me defendí mientras trataba de que me mirara—. Sólo estaba leyendo y luego tu me jalaste fuera de allí.

—Oh, lo siento—ella sonó sarcástica—. ¿Qué estabas leyendo?

—Yo...—tartamudeé por un momento, preguntándome si era mala idea el decirle algo acerca del secuestro y en como la casa era casi una réplica exacta igual en la que vivimos—. Era un periódico—dije, forzando una pequeña sonrisa.

—Oh—ella sacudió su cabeza, sin creerme por un momento—. Un periódico entonces.

—Ugh, como sea—dije, ahora acelerando yo mi paso y dejándola atrás. Otro perfecto ejemplo de por qué no me gusta la gente. Diablos, Harry es un fantasma y no puedo soportarlo. Rápidos pasos sobre el pavimento detrás de mí, me dieron pista de lo que Lisa estaba por decir.

—Mira, lo siento—ella habló mientras se colocaba frente a mí—. Es sólo que ha sido difícil la mudanza a tu casa. Nuestra tía, ella...ella solía abusar de Charlie y bueno, después de una noche...—ella pausó por un minuto, y quería que se detuviera por completo.

No quería escuchar para nada toda la historia.

—No tienes que decírmelo—dije, tratando de ofrecerle un intento de sonrisa, pero fallé completamente.

—No, debes saberlo. Por si Charlie alguna vez dice algo fuera de contexto o alguna cosa que él no quiera decir en serio. Nuestra tía es con quien nos mudamos después que nuestras padres fallecieran en el accidente de auto. Servicios sociales nos acogieron y luego nos llevaron con ella. Ella era realmente una mujer respetable en la ciudad, incluso en una parte del consejo. Pero una noche llegué a casa tarde de la escuela porque estaba en el club de drama y la encontré abusando sexualmente de él en el sofá. Ella me hizo prometer que no le diría a nadie o nos asesinaría a ambos. Fue así durante casi seis meses, hasta que una noche Charlie no pudo soportarlo más y tomó la única cosa que tenía cerca y la golpeó en la cabeza con ello durante uno de sus argumentos. La puso en coma por unas pocas semanas y ella ya no despertó.

—Lo lamento mucho—dije. Me sentía patética sin saber qué decir o qué hacer. Sólo estaba parada allí frente a ella, tratando raramente de ser simpática.

—Es todo mejor ahora supongo. Él no fue enviado a prisión o arrestado porque ellos lo llamaron defensa propia. La única cosa mala fue que nos hicieron testificar en la corte.

—Yo...—tartamudeé por la falta de palabras.

—Lo sientes, ¿cierto?—sonrió a medias—. Todos lo hacen cuando escuchan la historia. O al menos todos, pero usualmente lo sienten por su asesinato y no por el trauma que nos causó.

The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora