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Capítulo 9 (parte 1)

—¿Puedes creer que ya han pasado dos semanas desde que te mudaste aquí? —Lisa me preguntó, sentada en el sofá frente a mí. Trasteando con mis manos en aburrimiento, me tomó un momento registrar lo que ella había dicho.

Levanté mi cabeza para toparme con su mirada y sonreí cortésmente.

—No, no en realidad. Los días han volado siendo honesta. —miré alrededor del cuarto hacia las otras tres personas y estaba convencida de que ninguno de ellos parecía encontrar mi respuesta errónea.

Conner y mi mamá estaban sentados en el asiento a mi derecha y Charlie en una silla a la izquierda, todos ellos sonrientes hacia mí. Supongo que la noche familiar no había sido tan mala después de todo. Bueno, sólo si pudiera empujar hacia atrás el deseo de ir hasta el ático y escuchar a Harry leer mi libro de literatura.

Nunca había pensado hacerlo, pero supongo que era divertido leer sobre lo que el autor había dicho acerca de los fantasmas. Especialmente desde que no había sido el primer escrito en la época del siglo XIX. Me gusta, sobre todo porque no tengo que leerlo yo, pero ahora se había vuelto casi una rutina diaria, imposible de perder.

Me gusta sentarme en la cama y cerrar los ojos mientras escucho su voz, con mis oídos absorbiendo cada palabra y reconociendo la ligera diferencia en los acentos y, algunos podrían decir, defectos en su voz.

Como cuando le gana la tos después del final de una frase o pausa para lamer sus labios. Su voz profunda y rasposa, incluso se le escapó un gallo una vez cuando había conseguido llegar a una parte intensa, creo que se le olvidó hacer una pausa por un momento y tomar un respiro. Me tomó un tiempo parar de reír.

— ¿Rose? —preguntó lisa, lo que hizo ajustar mi atención hacia ella.

— ¿Sí? —pregunté, poniendo otra sonrisa. Ciertamente no quería que nadie pensase que algo andaba mal. Sobre todo porque, por primera vez en mucho tiempo, no había nada que lo hiciera. En la última semana y media había estado con una verdadera sonrisa en el rostro. No era la más grande pero era tan buena como podía manejar.

Estaba todavía en proceso de cicatrización y estaba tomando un poco más y todo el mundo quería.

— ¿Qué película ¿quieres ver?—Lisa preguntó. Miré hacia ella y vi que en sus manos estaba sosteniendo dos películas diferentes. Mis ojos cambiaron sobre los títulos y decidí ir por la que tenía a Brad Pitt en la portada.

No fue exactamente a causa de él sino porque era una película de acción y si debía sentarme aquí con todos ellos durante aproximadamente dos horas y media, seguro hubiera sido como el infierno elegir una película romántica. Además, los zombies parecían una trama bastante buena para ver en pantalla plana.

—Voy a ir a buscar algunas palomitas de maíz. —dijo Charlie. Mis ojos oscilaron sobre él mientras lentamente se levantaba de su silla. El cuero oscuro del sofá hizo sonidos casi silenciosos como regularmente.

—¿Por qué no vas ayudarlo?—sugirió mi mamá con una sonrisa.

Si hubiera sido alguien además de Charlie, habría simplemente ignorado su declaración puesto que ya se dirigía a la cocina y probablemente no la habría escuchado. Pero suspiré interiormente, forzando una sonrisa hacia ella y levantándome para seguir sus pasos.

Cuando empecé a caminar hacia la cocina, Charlie volteó a mirarme. Su movimiento brusco me sorprendió así como cuando sonrió.

—¿Arreglaron sus diferencias o algo?—preguntó, volviéndose a uno de los estantes y tomando varios paquetes para microondas de palomitas de maíz.

The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora