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Capítulo 12 (parte 2)

— ¿Qué sucede?— pregunté, sin saber a qué se refería.

— Diablos.— murmuró, poniendo el rostro sobre sus manos, escondiéndose de mí. Podía escuchar su fuerte respiración desde kilómetros de distancia, así que me senté allí sin lograr comprender, mientras esperaba su respuesta.

— Me desconecté de nuevo. Debí espantarte mucho,  ¿verdad?

Quería protestar ante ello y decirle que no, pero no podía hacerlo porque sí lo había hecho. Me había espantado mucho, y si no luciera como un pequeño perrito lastimado en ese momento, lo hubiera golpeado con todas mis fuerzas. Solamente por haberme espantado tanto.

— ¿Qué pasa?— pregunté, tomando sus manos entre las mías, aunque estas eran más diminutas.— ¿Qué fue eso?

Él suspiró, dejando caer su cabeza de frente, con sus rizos cayendo alrededor de su rostro mientras miraba nuestras manos entrelazadas sobre su regazo.

— A veces me pasa. No recuerdo que me haya pasado antes mientras tu estabas aquí.

— ¿Pero qué es?— dije con urgencia, mirándolo confundida. Trataba de comprender lo mejor que podía, porque sabía que las preguntas en este tipo de situación eran lo último que la gente quería escuchar.

Pero hubo muchas preguntas responder, que no podía comprender la mayoría de lo que Harry me decía. Era bueno en evitar cosas que no quería responder, y yo era mala en tratar de obtener información.

— Yo...— tartamudeó, sin poder decirlo con palabras.

Lo miré atónita mientras alejaba sus manos de las mías y levantaba las mangas de su camisa de franela desgastada. A la cual me había acostumbrado mucho y tenía su esencia impregnada en la tela.

Miré la piel de su antebrazo, el cual me estaba mostrando. Un gran hematoma color rosa era visible a simple vista, y lo observé confundida.

— Harry... cómo?— pregunté, sin ser capaz de poder elegir mis palabras. Él se encogió de hombros y comenzó a reacomodar su manga, hasta que estiré mi brazo y agarré la tela, volviendo a levantarla con cuidado.

— ¿Acaso esto es...?— comencé a hablar, tratando de no exponer del todo mis suposiciones. El se encogió de hombros de nuevo, sin saber responder. Decidí quedarme callada mientras esperaba a que él pudiera llegar con una respuesta.

Mis dedos acariciaron el hematoma con cuidado mientras él se estremeció ante el tacto, lo cual me hizo alejar mi mano
levemente.

— ¿Cómo te hiciste esto?— pregunté de nuevo mientras él seguí en silencio.

— No quieres saber.

Lo miré, tratando de decir si lo decía en serio. Pero él me regresó el gesto y miré hacia sus manos, las cuales jugaban con la tela de sus jeans negros y desgastados.

— ¿Por qué no?— murmuré.

Se rió de manera sarcástica y seca, al mismo tiempo que se alejaba de mi tacto y mis manos cayeron de sus hombros hacia mi regazo. Fruncí el ceño, pero de nueva cuenta, podía entenderlo. Yo estaba siendo muy entrometida.

— Lo lamento.

— No te disculpes.— murmuró en un tono claramente frustrado.— Cosas así pasan. Tengo moretones debido a golpes. Ya sabes, ¿tus padres alguna vez te han dado una buena reprendida con el cinturón alguna vez?— asentí en respuesta, y tomó eso como señal para continuar.— Bueno, algo parecido fue lo que sucedió. Quiero decir, ha sucedido en varias ocasiones, así que estoy acostumbrado, pero a veces es peor que otras. He llegado a sangrar o he sido golpeado en otras partes donde no deberías ser golpeado, y no hablo de mis partes privadas.

Fruncí el ceño ante lo que nmee estaba contando, pero yo había preguntado y él me estaba respondiendo. Tragué saliva con fuerza y me forcé a seguir escuchando.

— Hubo un par de veces donde fui golpeado en la cara o en mi espalda, es donde más duele porque el dolor en insoportable. Aunque los lugares más comunes son mis brazos y piernas. Por lo general no es tan grave como cuando llego a sangrar, pero hoy fue diferente. Sucedió todo al mismo tiempo mientras estaba acostado allí y no pude hacer otra cosa más que abrazarte, porque era la única manera de evitar llorar.

Sentí mi garganta cerrarse ante sus palabras y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Desvié la mirada hacia el familiar estampado de las sábanas, lejos de la compasiva mirada de Harry. Me sentí mal por tan siquiera dudar de dejarle abrazarme.

Aunque mi mente continuara tratando de decirme que el solo estaba inventando una excusa ante lo sucedido. Pero eso era algo que no me iba a permitir considerar cuando podía creerle. Él no inventaría algo así.

No lo haría.

— Lo siento.— murmuró Harry, luego del silencio que había entre ambos. Me forcé a mirarlo a los ojos de nuevo y sonreí levemente.

— No lo lamentes.— le aseguré mientras me inclinaba hacia él y lo envolvía en un abrazo. Honestamente lo consideraba como mi mejor amigo. Era lo más cercano que tenía a una relación personal.— Yo soy quien debería disculparse. El soltó una pequeña risa sobre mi oído, con sus labios haciendo cosquillas sobre mi piel, lo cual provocó que también me riera. — ¿Qué?— sonrió, alejándose pero dejando su brazos a mis costados. En un par de minutos, ya me había acostumbrado al tacto.

Su manos no se movían como me había imaginado que lo harían. Solo estaban estáticas a cada lado de mi cuerpo, casi como si estuvieran ahí para protegerme.

— ¿Quieres escuchar música y leer?— Harry preguntó de imprevisto. Lo consideré por un momento antes de soltarme de su agarre y levantarme de la cama. Caminé por el suelo con mis pies descalzos hacia el pequeño reproductor metido en el fondo, y puse el primer disco que encontré.

Tardó uno segundos en comenzar a sonar, y el ambiente se tornó relajante. No me enfoqué en ver qué música era, solo me giré y comencé a caminar hacia Harry. Él ya estaba sosteniendo un libro en sus manos, buscando la hoja con el separador.

Fruncí un poco el ceño cuando sentí mi estómago rugir levemente, por lo cual debía irme antes de lo que esperaba, para poder asegurarle a los demás que me econtraba bien y pudiera comer. Esa era la razón por la que dejaría a Harry. Mi familia podría esperar, la comida no, al menos en esta situación.

— ¿Lista?— Harry sonrió, mirando por encima del libro. Admiré como encajaba a la perfección en el ambiente. Sus suaves rizos estaban desordenados sobre su cabeza y las sábanas estaban enredadas en su cuerpo, pero aún así, el viejo libro encajaba perfecto con él y el ático de fondo.

Me robaba el aliento de una manera que no podía explicar.

— Sí.— murmuré, acostándome de vuelta en la cama junto a él. Encendió la pequeña lámpara de aceite, con la llama parpadeando y llenando la habitación de luz. Siempre parecía estar oscuro o ser de noche aquí.

Pero de nuevo, mis horarios de sueño estaban descompensados.

— Bien, vamos a mitad de la historia.

— ¿A la mitad?— pregunté sorprendida.

— Bueno, en mi defensa, hay muchas palabras que no conozco, así que es difícil comprender por la forma en que está escrito.— sonrió. Puse los ojos en blanco y reí levemente hacia él.

— Como sea, sólo comienza.

— Claro, pero espera un minuto.— evitó cualquier posible respuesta por parte de los dos mientras apuntaba en dirección al reproductor. Mis oídos se ajustaron a la suave melodía y me quedé estática por un momento ante la letra de la canción.

Moriría por ti.

En efecto, era una manera perfecta de comenzar una buena sesión de lectura luego de que el fantasma de mi ático tuviera una crisis emocional. Pero Harry solo rió ante la letra y comenzó a leer desde donde nos habíamos quedado la última vez.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2023 ⏰

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The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora