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Capítulo 1 (parte 1)

En el sueño, sus rizos estaban dispersos desordenadamente a los lados de su rostro, y la oscuridad de ellos me recordaron a mi propio cabello lacio. Él estaba en la esquina más alejada de una habitación que jamás había visto, con sus manos colocadas dentro de los bolsillos delanteros de su negro pantalón ajustado. Llevaba polvo en ellos que parecía más viejo que el que estaba en el suelo.

La agridulce sonrisa que apareció en su rostro reveló unos profundos hoyuelos a cada lado de su boca, y lo único que pude hacer fue sonreír hacia el delicado gesto. Lo que hizo dar vueltas a mi estómago, fueron sin duda, sus ojos. Un pálido tono verde iluminaba la parte exterior, pero sólo alrededor de la oscura pupila era de un color esmeralda.

Con su intensa mirada hacia mí, sus ojos fueron estrechados a la distancia, impidiéndome tener una mejor vista de ellos. Esperé a que él hablara, sin poder encontrar las palabras cada que abría mis labios y trataba de formular una oración. Al menos una palabra o dos.

Sin decir nada él asintió, con la cabeza hacia delante, y por instinto, me volteé. Una pequeña cocina, no tan grande que un armario, estaba lejos en la esquina de la habitación. Y como si no tuviera control de mi cuerpo, me acerqué y mis manos se dirigieron hacia donde estaba la comida, sobre el mostrador.

Dos huevos y una sartén estaban listos para ser usados por la pequeña estufa, mis pequeñas manos comenzaron a trabajar con los utensilios. Rompiendo los dos huevos en la sartén, me di cuenta que la estufa ya estaba encendida y lista mientras el aceite se deslizaba por él y brincaba hacia mi piel.

Observé la comida, un poco consternada hacia la rareza de todo esto, cuando dos largas manos envolvieron mi cintura. El acto causó que mi cuerpo brincara un poco de sorpresa antes de que ellas me jalaran hacia un fuerte, pero cómodo cuerpo.

Mientras él agachaba su cabeza y besaba la sensible piel detrás de mi oreja, sus rizos me hacían cosquillas, y noté por qué se sentía tan extraño. Yo era la chica, pero era como si no fuera mi cuerpo. Parecía como si estuviera delante de los dos cuerpos, pero sintiendo cada sensación que la chica tenía.

Encontraba mi cuerpo inaudible mientras trataba de hablar y moverme hacia ellos. Me recordó a Scrooge, y como él fue llevado al pasado, presente y futuro.

Esto al parecer, era el futuro.

***

Me desperté de repente, golpeando mi cabeza con la ventana del copiloto.

—¿Qué pasa Rosie?—mi madre me preguntó mientras iba conduciendo. El nombre me molestó e hizo que comenzara a dolerme la cabeza. Rodé mis ojos con disgusto hacia ella.

—Te dije que no me llamarás así—gruñí entre dientes, acomodándome en mi asiento, tratando de encontrar una posición más cómoda.

—Pero así te llamas—defendió.

—Sí, lo sé. Te dije que me llames Rose. Rosie es aniñado y estúpido.

Mi madre frunció el ceño hacia mis palabras y regresó su vista hacia delante en la carretera. Era estrecha y el asfalto necesitaba una nueva capa. Las grietas en él tenían pedazos de pasto creciendo en ellas, y algunas flores yacían donde no deberían.

No quería venir a este viaje. No quería empezar una nueva vida en un nuevo pueblo con nuevas personas quienes empezarán a sacar conclusiones acerca de mí, diciendo que soy rara y rechazándome antes de que el primer día termine.

Pero mi madre, la mujer sentada junto a mí, decidió que era una buena idea mudarnos.

Ella me explicó que, después del incidente, era una buena idea tener un cambio de escenario. Que sería sano respirar nuevos aires y conocer gente nueva. Gente que no sabe nada acerca de mi pasado y la muerte de mi padre.

The Boy In The Attic [h.s] •En Proceso•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora