Capítulo 9

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A la mañana siguiente, tal como había prometido a su esposo, Alisa despertó dispuesta a platicar con su hijo, primero, para saber que había sucedido con Lauren, y segundo, para entender los motivos por los que aún no fijaba sus ojos en alguna jovencita.
Se levantó antes que George, se aseó, vistió, y se encaminó a la habitación de Andrés, quien afortunadamente aún dormía.

Con delicadeza golpeó la puerta.

—Hijo, ¿Estás despierto? —más no recibió respuesta. Espero pacientemente unos minutos y volvió a golpear, esta vez, con un poco más de fuerza.

—Andrés, hijo, despierta por favor.

Luego de unos segundos, la puerta, finalmente se abrió dejando ver a su hijo somnoliento, y cansado.

—¿Saliste anoche? —preguntó Alisa a la vez que acercaba su nariz hacia su cuerpo —. No huelo nada extraño.

—Madre, ¿acaba de interrumpir mi sueño para saber si estuve bebiendo?.

—Por supuesto que no, sabes que tenemos que hablar, ¿verdad?.

—Si madre, lo sé muy bien, y agradezco que sea con usted y no con su esposo —refutó enfadado —. Por favor, siéntese en el sillón —indicó.

—No hables así, es tu padre, se preocupa por ti, quiere que seas responsable y cumplas tu promesa.

—Ya no puedo hacerlo, es imposible, creí que sería fácil cortejar a alguna señorita, pero imaginar mi vida junto a una mujer codiciosa y vanidosa, de tan solo pensarlo se me revuelve el estómago —se levantó de su asiento y caminó por la habitación, había estado toda la noche memorizando un discurso con el cual pretendía hacerles entender a sus padres que no desposaría a nadie que no fuera Elise. Que loco sonaba aquello, no la conocía en absoluto, no podía asegurar si resultó atractivo para ella.
Por primera vez en su vida, tuvo miedo, miedo de no ser correspondido, miedo de que su reputación, —tal como había dicho Lauren—efectivamente le precediera, y por consecuencia perdiera la credibilidad y la oportunidad de conquistarla.
Con aquellos pensamientos deambuló toda la noche en el jardín hasta que contempló el amanecer, supo en ese instante que era hora de volver.

—¿Imposible?, ¿Por qué?.

—Por qué me he enamorado, o al menos eso creo. Estoy interesado en una señorita.

—¿Enamorado? —Alisa se acercó a el y acaricio su cabello con ternura, su instinto no había fallado. La única razón por la cuál un hombre rechaza a otra, es por qué su corazón se encuentra ocupado.

—No losé madre, no sé con certeza lo que es el amor, sé que desde que la vi, no he podido dejar de pensar en ella, es la primera vez en la que pienso en una mujer de manera romántica. Si debo casarme, definitivamente sería con ella, sin embargo tengo miedo.

Alisa abrió sus ojos de par en par, sin dar crédito a lo que oía —. ¿Miedo?, pero, ¿De qué?.

—De que por la reputación que estúpidamente me he ganado pierda la oportunidad de conocerla. Tengo miedo de que me repudie, me rechace, miedo de no ser digno.

Alisa abrió los ojos enormemente, una preciosa sonrisa tiro de sus labios —. Hijo mío, primero que nada, no te aferres al miedo, no te aferres a algo que te hará daño. Si esa jovencita provoca en ti el deseo de querer ser diferente, no lo arruines, alejate de los vicios, del libertinaje y de las malas influencias. Debes demostrar con hechos que eres diferente, que no eres quién solías ser, y por sobretodo, no juegues con ella.

Al instante preguntó con el ceño fruncido —. Pero, ¿Quién es ella?, ¿La conozco?, ¿A qué familia pertenece?.

Demasiadas preguntas para respuestas que el aún no conocía, se pasó la mano por su cabello y suspiró pesadamente.

En tu mirada  | °2 Trilogía  "Amores Verdaderos" | √ COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora