Capítulo 13

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Luego de aquel beso, sus corazones daban saltos de alegría, que maravilloso resultaba ser correspondido.

Para Elise su primer beso fue mejor de lo que había imaginado, la chispa que había sentido al tocar la mano de él no se comparó con el cosquilleo que se apoderó de cada parte de su cuerpo al ser besada con tal intensidad.

En cuanto a Andrés, fue una experiencia totalmente nueva, a pesar de ser un conocedor, jamás, un beso, le había provocado tanto deleite. Pero, conociéndose lo suficiente, supo que debía detenerse, o de lo contrario cedería a la pasión, y eso, no se lo perdonaría, pues no era una dama con la cual satisfacer sus deseos carnales, ella era la dama a la cual el que quería amar, proteger y respetar, y para cuando fuera el momento correcto, aprendería a hacer el amor junto a ella, a entregarse por amor, en cuerpo y alma.

Con esos pensamientos Andrés se aparto de ella, y la miró fijamente a los ojos.

—La bese porque deseaba hacerlo y debo decirle que fué maravilloso.

Elise sintió como un temblor se apoderaba de sus rodillas al escuchar tan dulces palabras, y temiendo caer le dijo:

—¿Nos podemos sentar por favor?.

—¡Oh, si claro!, discúlpeme.

Se sentaron frente a frente, entre ellos reposaba la merienda.

Ella carraspeó y hablo: —Andrés, para mí también fue maravilloso, más de lo que pude haber imaginado, pero -hizo una pausa—. ¿Estamos haciendo bien?, me refiero a que, puedo notar a leguas que perteneces a la alta sociedad, mientras yo —se miró a si misma con una mueca —. Sólo soy una simple vendedora de rosas, sin títulos, sin riquezas, sin bienes.

Andrés suspiró pesadamente —. Sé lo que quieres decir, soy hijo único, lo cual es una maldición, cargo con cosas que no debería. Todas las expectativas y responsabilidades caen sobres mis hombros, sin embargo, mi madre, me ha enseñado que el amor es lo más importante en la familia, sin amor no hay nada. Y sé que nadie de la alta sociedad podrá igualarse a ti, nisiquiera una princesa, eres única Elise, y no podría dejarte ir por un estúpido prejuicio social.

La joven mordió su labio inferior —. He sufrido mucho, desde la muerte de mi padre es que entendí que el mundo es un lugar cruel si no tienes poder y dinero. Yo no tengo nada para entregarte más que un amor sincero y real. Si deseas ser mi amigo, mi compañero, y mi amor, toma mi mano y camina conmigo, pero sólo te pido a cambio que seas sincero, si esto es para ti un pasatiempo, por favor no me des falsas ilusiones. Si algún día tus padres deciden que debes contraer matrimonio con alguna señorita acaudalada por favor no me lo ocultes, odio las mentiras —entornando los ojos preguntó —. ¿Crees que puedas cumplir con lo que te pido?

Andrés trago con dificultad. ¡Rayos!, su padre lo forzaba a casarse estratégicamente y por dinero. ¿Debería decírselo ahora, cuando recién la había conquistado?, sabiendo que de contárselo arruinaría la oportunidad de avanzar en la relación, porque ¿Quien en su sano juicio se quedaría a su lado sabiendo que es forzado a casarse con otra?, nadie, absolutamente nadie lo haría.
Apretó sus puños, debía arreglar la situación y lo haría, no se casaría si no era con Elise, lo solucionaría, y ella nunca se enteraría de los planes de su padre. Al menos eso creía el, pero a veces al destino le gusta burlarse de nosotros, y él lo aprendería de mala manera.

—No eres un juego para mí, nunca lo serías —dijo ocultando su situación.

—Te creo. ¿Puedo comer una galleta?.

—Por supuesto, todo esto es para nosotros —respondió mientras tomaba un trozo de queso.

Con entusiasmo se dispusieron a probar cada uno de los aperitivos, entre miradas y sonrisas platicaban sobre sus vidas. Elise le contó de la muerte de su padre, de cómo conoció a Anastasia, y que gracias a ella comenzó su próspero negocio de la venta de rosas.

En tu mirada  | °2 Trilogía  "Amores Verdaderos" | √ COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora