Capítulo 9

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"El brazo derecho"

Resulta que Bertha, lo que Marcus tanto apreciaba, era una vieja y desgastada camioneta color azul, que tenía unos cuernos de toros en el cofre.

Y aunque era una chatarra, Jorge conducía a todo lo que daba, mientras más pronto llegáramos, más a salvo estaríamos de CRUEL.

El desierto se extendía por todos lados, a parte de la carretera, todo era un maldito desierto.

Me encontraba en la parte de atrás con Brenda, la chica me enseñó la mordida discretamente y yo trataba de ayudarla, estaba limpiándola para que no se infectara con productos que tomamos de la casa de Marcus, amenacé a la chica para que no hiciera ruido.

Ella ayudó a Thomas y yo estaba gustosa de poder ayudarla, al fin de cuentas si aprendí algo con los docs.

La chica me agradeció por haberme ofrecido a revisarla, la vi, era bonita pero no se veía nada bien. Respiraba con un poco de dificultad, su tez estaba más pálida de lo normal, tenía los labios morados y unas enormes ojeras. Espero de todo corazón que ella pueda mejorar, no me gustaría verla convertida en una crank.

Anduvimos en la camioneta por un buen rato y al terminar de vendar la herida de Brenda, mis ojos pesaron. Me di cuenta de que la chica me agradaba, me parecía una buena persona y eso es apacible, pues en este mundo quedan muy pocas.

Cerré mis ojos un poco, quería descansar solo cinco minutos.

Sentí unos delicados jaloncitos, Thomas estaba zarandeándome. Al parecer mi siesta de cinco minutos, duró muchas horas, pues habíamos llegado a nuestro destino.

—Bueno— dijo Jorge poco alegre —Supongo que iremos a pie.

Con mochilas en nuestras espaldas y con toda la intención del mundo de llegar a la cima, nos pusimos en marcha.

La emoción nos duró solo unos segundos.

Caminé al lado de Thomas, nos detuvimos en un auto y observamos dentro. Compartimos una mirada cómplice. Ninguno de los dos tenía un buen presentimiento de esto, algo estaba ocurriendo, algo fuera de nuestras manos.

Los autos parecían tener años, o parecía como si tuvieran poco y quisieran hacernos creer que no.

Da igual, algo debe de andar mal. Algo en el mundo siempre está mal.

Vi a Thomas, el moreno llevó su mano al parabrisas de un auto que parecía haber sido impactado por una bala.

Ni si quiera tocó el agujero cuando un disparo cayó cerca de nosotros. Me tomó de los hombros y me obligó a refugiarme atrás del auto.

Más disparos llegaron y vi como todos se cubrían.

—¡Abajo!— escuché a Jorge.

Los disparos pararon cuando todos nos escondimos detrás de algún coche.

Si este es el brazo derecho dudo que estén de buen humor para ayudarnos.

—Amigos, ¿Todos están bien?— grita Thomas.

Minho y Newt se habían refugiado juntos, en el otro lado de la carretera, de los demás no tuve idea, no alcancé a distinguir. Yo me encontraba con Thomas y Jorge.

—¡Sí Thomas!— gritó Teresa en respuesta.

—¡Alguien sabe de donde salieron esos disparos!— acento marcado y voz grave, era Newt.

—Ese infeliz de Marcus— susurró Jorge —Nos trajo a una emboscada.

—Thomas— le susurré al ver como lentamente alzaba la cabeza para encontrar el lugar del origen de los disparos. Se seguido de tres disparos, estuvo cerca.

THE MAZE RUNNER  «Thomas»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora