𝑮𝑶𝑵𝑬 | ᴛʀᴜᴇ ʙᴇᴀᴜᴛʏ sᴘɪɴ-ᴏғғ

2t: siete

LA LUZ trataba de entrar a la habitación pero no podía, al menos lograba colarse entre la cortina y llegaba pequeños rayos de iluminación, no era mucha, era lo suficiente como para que a Rachel no lograra despertarla por completo.

Estaba entre dormida y despierta, más despierta pero sin ganas de pararse. Su cuerpo estaba igual de pesado que su mente.

Ya ha pasado una semana.
Una semana desde que ella misma decidió ser 'feliz'.
¿Y saben algo?
No lo era.

Los primeros días se obligó a sí misma a asistir a la universidad, y luego vió la luz cuando anunciaron las vacaciones de navidad unas vacaciones de solo semana y media que Rachel esperaba que nunca terminaran.

Absolutamente todo se había ido al caño, pero Rachel seguía rehusandose a echarle la culpa a Lee Suho.

Era culpa de ella, por enamorarse como una tonta.

Por dentro se sentía cansada de sí misma. Era como si estuviese cansada del mismo tema con una amiga que no supera a su ex. Lo mismo le sucedía.

Debajo de sus sábanas blancas pudo escuchar la puerta abriéndose lentamente y unos pasos pesados rodeando su cama. Podía distinguir el modo de caminar de sus familiares con tan solo escucharlos, y esta vez sabía que se trataba de su hermano.

La molestia en sus ojos la hizo darse cuenta de que él había abierto las cortinas.

—¡Buenos días cabeza de perla! —exclamó él — es un nuevo día, arriba.

La rubia gruñó removiendose entre las sábanas— Hyungmin, cierralas de nuevo

—Oh, eso sí que no —negó— tu vendrás conmigo a Move Entertainment, vamos, levántate. Es nuestro último día ensayo para el debut.

Rachel apretó sus ojos, y masculló lo que su hermano pudo escuchar como un "asdfgfdhhdsh".

No quería ir, aunque por otro lado sentía que sería una persona malvada si no iba con él. Pero sabía perfectamente que ahí estaría Han Seojun, y no quería verlo por las siguientes razones:

Uno, le recordaba su completa miseria con Suho.

Dos, él vería lo mal y fea que estaba. Sus ojeras resaltaban sobre su pálida piel y sus ojos no terminaban de deshincharse [aunque aún no comprendía por qué le interesaba tanto cómo la veía].

Y tres, simplemente no quería verlo.

El azabache había estado insistente por mensajes de textos y llamadas, desde ese día.

De seguro Suho fue corriendo a decirle que Jugyeong y él habían vuelto.

Por otro lado, Suho tampoco había dejado de escribirle, solamente para saber cómo le había estado yendo; tal como se preocuparía un amigo por otra amiga. Pero ella no había respondido a ninguno de ellos.

—serás una mala hermana si no vienes conmigo —dice Hyungmin haciendo un puchero— ¡cuando sea famoso y no puedas verme, te arrepentirás! ¡me extrañarás mucho!

Dicho eso el chico procede a tomar una de las abultadas almohadas de ella y arrojarsela en lo que podía ver su cabeza.

Supo tocar el punto débil de ella...