Me importas

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Jinyoung no lo diría, pero se sentía herido y patético. Los días habían pasado más rápido de lo que desearía y eso lo abrumaba hasta el punto de no poder dormir por las noches. Hace unas semanas atrás se podría haber refugiado en sus amigos, sin embargo, ahora se encontraba completamente solo. De un momento a otro se sentía como una persona diferente. El joven alegre y optimista que siempre había sido quedó sepultado por alguien frío y distante.

Su corazón le dolía con cada palpitación y miles de corrientes eléctricas recorrían su pecho haciéndolo estremecerse. Tardó un poco en entender qué era lo que le pasaba, pero con el nuevo silencio que lo rodeaba tenía tiempo suficiente para meditar sus pensamientos. Después de negarlo tantas veces, de enojarse y llorar de rabia contra la almohada finalmente unió las piezas y se resignó a su triste realidad. El motivo de sus suspiros, de sus anhelos y también de su desilusión llevaba el nombre de la persona que menos hubiera esperado. Sin saber cómo se había enamorado de Lim Jaebeom.

No pudo evitarlo, era tan fácil amar a Jaebeom de la misma manera en que lo era odiarlo. Jinyoung hacía los dos con locura. Cada mañana se levantaba esperando que ese definitivamente fuera el día en que lograría cruzar la línea de ser sólo su compañero. Estaba comenzando a volverse ambicioso y muy en el fondo sabía que eso era malo y probablemente catastrófico. Le gustaba la sensación que lo invadía cada que Jaebeom posaba la mirada sobre él o pronunciaba su nombre.

En su mente fantaseaba con escenarios en los que a Jaebeom le importaba por lo menos un poco de lo mucho que Jinyoung se preocupaba por él. Pero rápidamente sus ilusiones se desvanecían cuando este lo evitaba o lo ignoraba. Aunque no se lo dejara en claro con palabras Jinyoung captaba la indirecta, Jaebeom no tenía la intención de profundizar su relación más allá del ámbito profesional. Prefería pasar el tiempo libre con algunos de los bailarines de respaldo, en especial con Oh Jinseok.

Fueron varias las ocasiones en las que después de las prácticas Jinyoung se acercaba para tratar de conversar y este huía de él como si tuviera la peste. En esos instantes Jinyoung se preguntaba que había de malo con él y no podía evitar compararse con la persona que se encontraba más cercana a Jaebeom en el momento. ¿Qué tenían ellos que no tenía Jinyoung? Tal vez si fuera un poco más divertido y extrovertido lograría ser del interés de Jaebeom. O tal vez si fuera mejor bailarín lo impresionaría. Quizá si fuera más alto y delgado... No importaba lo que hiciera, cada vez se sentía más inseguro y eso se traducía en la sobreexigencia que se estaba poniendo en cada cuestión minúscula.

Pasaba horas dentro de la sala de práctica tratando de perfeccionar sus movimientos. No se detenía hasta que sus extremidades dejaban de responder y se encontraba lo demasiado exhausto como para siquiera pararse del piso. Recientemente se había estado privando de sus alimentos de manera inconsciente. Sólo comía cuando su estómago le ardía tanto que sentía que vomitaría. En el fondo se daba cuenta de que se estaba excediendo, pero ya no podía parar y tampoco quería. Evitaba pasar más tiempo del necesario dentro del dormitorio que compartía con Jaebeom porque no soportaba lo doloroso que era ser ignorado por él. Trataba de mantenerse ocupado para distraer su mente y su corazón.

No tenía a nadie a quién culpar más que a sí mismo. Se maldecía cada que podía y se encargaba de encontrar la mínima razón para menospreciarse y justificar las acciones de Jaebeom. Se odiaba por enamorarse de su hyung y más por amar a un hombre. Quizá era mejor que Jaebeom le negara su amistad, eso no le bastaría nunca para saciar lo necesitado que se encontraba de él. Deseaba saber todo de Jaebeom y ser alguien importante en su vida, deseaba tocarlo, abrazarlo y más cosas que nunca se atrevería a decir. ¿Sería ese su castigo por nacer con un corazón equivocado? No tenía otra explicación, la vida lo estaba castigando por ir en contra de la ley natural. Su destino era sufrir de un amor no correspondido.

Hasta Que Te Des Cuenta | JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora