Capítulo 1

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Su mirada siempre lucía tan vacía, tan triste, no podía evitarlo, era tan complicado lidiar con tantas emociones, a veces se sentía sin esperanzas, otras tantas trataba de concentrarse solamente en su carrera, en su futuro, estaba a un año de graduarse, su sueño, ser un artista, pintar, aunque últimamente no encontraba nada que lo inspirara.

Su nombre era Gerard Way, un chico de 23 años de edad, bastante hermoso a decir verdad, con su negra cabellera, su blanca piel, sus ojos verdes, su respingada nariz, con esa linda sonrisa de pequeños dientes que pocas veces mostraba, pues realmente nunca se sentía de ánimos para sonreír ¿por qué iba a sonreír? A veces no encontraba motivos, otras trataba de buscarlos, pero era tan difícil y no entendía por qué todo era así, tan complicado.

Mikey Way, su hermano, un chico de 20 años de edad, delgado, de tez blanca, cabello rubio y que llevaba unas enormes gafas, trataba de animarlo, de que se integrara, sólo quería verlo bien, verlo sonreír. Gerard se sentía seguro al lado de su hermanito, y es que aunque era mayor que él, era Mikey quien siempre lo cuidaba, quien siempre le tendía una mano, quien estaba ahí para escucharlo, para secar sus lágrimas cuando sentía que no podía más, para ayudarlo a levantarse. Sólo lo tenía a él. Con su madre Donna Way, era tan difícil hablar de sus emociones, y de su padre ni hablar, era tan estricto, tan cerrado, realmente Gerard se sentía tan solo de no ser por su hermanito.

Tenía a Ray Toro, un chico de cabello afro, su único amigo desde la infancia, él siempre había estado para Gerard, aunque éste siempre se mostrara tan distante, tan apagado. Al iniciar su carrera universitaria se habían distanciado un poco, pues Ray había optado por estudiar música, ese era su sueño.

En la universidad Gerard no tenía amigos, sólo se concentraba en sus estudios, a veces se lamentaba tanto por ser así, tan cerrado, pero es que no podía evitarlo, así era su forma de ser y la odiaba, en verdad detestaba tanto no poder tener esa chispa que otros tenían para poder entablar sin complicaciones una conversación con cualquiera, pero él simplemente no podía.

Y de su vida amorosa, ni hablar, todo se limitaba a encuentros tan breves, recuerda muy bien a su primer amor, Bert McCracken, se había enamorado de él en la secundaria, más que nada de sus bonitos ojos azules, pero la realidad es que con su forma de ser tan cerrada, jamás se atrevió siquiera a hablarle, qué tonto, se quedó siempre con la maldita pregunta de ¿Qué hubiera pasado si le hubiese hablado? Se preguntaba si su vida hubiese sido distinta, se deprimía al pensar cuánto lo había amado y que ni siquiera había tenido la oportunidad de robarle un beso. La única vez que tuvo la fortuna de estar entre sus brazos fue aquella ocasión en que se organizó un intercambio con motivo de Navidad, a Ray le había tocado Bert, pero sabiendo que su amigo estaba perdidamente enamorado de él, decidió intercambiar para que fuese Gerard quien le obsequiara algo a Bert. Al entregarle aquella playera de Smashing Pumpkins que tanto le había costado conseguir, tuvo la oportunidad de abrazarlo, fue algo tan efímero, pero para Gerard fue tan valioso. Lamentablemente no hubo más acercamientos que un "hola", "oye, me prestas un lápiz", entre otros, nada relevante.

Tiempo después, en una cita a ciegas conoció a Lindsey, una chica muy hermosa, de tez blanca, cabello negro, sus labios siempre rojos. Ella fue su primer beso, pero Gerard no sintió absolutamente nada, salió un par de ocasiones con ella, sin embargo supo que no, que Lindsey no era lo que buscaba. Después de ella no hubo nadie más.

Gerard siempre estaba solo, un chico virgen a sus 23 años, pero es que le era tan difícil relacionarse con las personas, odiaba no poder hacerlo, odiaba tanto su forma de ser, pero ni hablar, no había nada que pudiera hacer para cambiarlo.  

Noviembre sin Gee (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora