Capítulo 23

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Había sido un día tan cansado en el trabajo, solamente quería llegar a casa y abrazar a Gerard, sentir su calor. No importaba que no hablaran, que no hicieran absolutamente nada, sólo ansiaba sentirlo cerca y estar en calma.

Abrió la casa de los Way, ingresó y extrañamente no veía a nadie, todo estaba en silencio. Se alarmó, su corazón latía acelerado, sólo pedía que no hubiera pasado nada. Subió las escaleras hasta llegar a la habitación que compartía con Gee, esperaba encontrarlo ahí recostado en la cama, pero su sorpresa fue no verlo, no había ni rastro de él. Buscó su teléfono, ese que había olvidado, y se encontró con un montón de llamadas perdidas de Mikey, también varios mensajes de texto: "Estamos en el hospital", se leía.

¿En el hospital? ¿Qué había pasado? Su mente estaba aturdida, sólo rogaba que Gerard estuviera bien. Pero por qué maldita sea no lo habían llamado al trabajo.

Gerard había sido llevado de urgencia al hospital. Y él... él no estuvo ahí, no había podido estar cuando más lo necesitaba.

Se dejó caer en la cama, sus manos estaban temblorosas, intentaba procesar la situación. Todo ese tiempo en el trabajo, cada minuto, había estado completamente ajeno a lo que estaba pasando. Odiaba esa sensación de impotencia, de no haber estado junto a él en un momento tan crítico.

Dejó de lamentarse y se levantó de un salto, saliendo corriendo de la casa. Gerard lo necesitaba, se asfixiaba pensando en cómo estaba. Cada segundo perdido era un segundo en el que no estaba con Gee, y la idea de no poder verle, de no poder sostener su mano mientras luchaba, lo estaba destrozando por dentro.

Cuando Frank llegó al hospital, su corazón latía tan rápido que apenas podía respirar. Los Way se encontraban ahí: Donna, Donald y Mikey, todos ellos con expresiones sombrías. La tensión en el aire era palpable, y la angustia que había en los ojos de los demás le decía todo lo que necesitaba saber. Gee estaba en estado delicado.

- ¿Dónde está? - Preguntó Frank, sin poder evitar que su voz se quebrara. Se dirigió hacia Mikey, tenía los ojos rojos, había estado llorando.

- En cuidados intensivos – Respondió con la voz casi quebrada.

- ¿Hace cuánto tiempo llegaron? Olvidé el celular ¿Por qué no llamaron al trabajo?

- Perdón Frank, la verdad es que no hemos tenido cabeza. Fue hace dos horas. Gee se sintió mal, no podía respirar. No sabíamos qué hacer, lo trajimos aquí

Frank lo entendía, Mikey y su familia debían estar igual que él, pero eso no evitaba que no se lamentara por no haber estado ahí, con su esposo. Sabía que la situación de Gee con el cáncer era complicada, pero pensaba que ya habían superado lo peor. Nunca imaginó que podría empeorar tan rápido, y ahora se encontraba ahí, de pie en el hospital, enfrentando la realidad de que tal vez no había más tiempo, de que quizás perdería a Gerard, lo perdería para siempre, y eso era algo que no podía soportar.

Con los ojos llenos de lágrimas, Frank se dirigió hacia la sala de espera de la unidad de cuidados intensivos. El tiempo se ralentizó mientras caminaba por los fríos pasillos del hospital, cada paso retumbaba en su cabeza como un eco. El miedo se apoderaba de él con cada segundo que pasaba, no quería perder a Gerard, la sola idea le aterraba ¿Qué haría sin él? Sin lo más valioso en su vida.

- No puedo perderte, Gee... no ahora, no así – Murmuró Frank en un susurro apenas audible, recargándose contra la pared. Odiaba toda esa situación ¿Por qué Gee tenía que pasar por todo eso? Era tan joven, tenía una vida por delante, una vida juntos, y ahora con cada minuto, con cada segundo, parecía que lo iba perdiendo.

Unos minutos después, un médico salió de la sala.

- Familiares de Gerard Way – Frank se aproximó hacia él, igual Mikey y sus padres.

- Soy su esposo ¿Cómo está? - Se adelantó a cuestionar.

- Está estable por ahora - Respondió el médico - Pero sigue siendo una situación crítica. La recaída ha sido severa, y su cuerpo está luchando, pero aún hay esperanza

Esas últimas palabras le dieron a Frank una chispa de esperanza, aunque tenue. Sin embargo, la idea de perder a Gee seguía colgando sobre él como una sombra. ¿Qué iba a hacer si Gee se iba? Esa pregunta lo atormentaba, porque sabía que no tenía respuesta. No podía imaginar una vida sin él, sin su hermosa sonrisa, sin esos ojitos verdes, sin su voz, sin su calor, sin su amor.

- ¿Puedo verlo? - Cuestionó Frank con la voz temblorosa.

- Sólo unos minutos – Respondió. Frank miró a los Way, quienes asintieron, dándole su aprobación para que pasara a ver a Gee.

Al entrar a la sala de cuidados intensivos, lo primero que notó fue el sonido de las máquinas, pitando suavemente al ritmo del corazón de Gee. Luego lo vio ahí, tendido en la cama, pálido y frágil, conectado a varios monitores y tubos.

Se acercó lentamente a la cama, y tomó la mano de Gerard entre las suyas y sintió su calidez. Frank se inclinó y besó suavemente su frente, sintiendo el dolor y el amor brotar en su pecho.

- Estoy aquí mi amor, no te voy a dejar solo – Las lágrimas comenzaron a caer silenciosamente por su rostro mientras estaba ahí, sosteniendo la mano de Gee, tenía sus ojitos cerrados. ¿Lo habría escuchado? ¿Sabría que estaba ahí? No sabía qué iba a hacer si lo perdía, pero en ese momento, todo lo que importaba era estar con él, luchando juntos contra lo que fuera que viniera.

Frank sabía que no podía controlar el futuro, pero haría todo lo posible para que Gee supiera que no estaba solo, que su amor lo acompañaría, sin importar lo que sucediera, porque lo ama tanto, porque es lo más importante en su vida.  

Noviembre sin Gee (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora