Capítulo 18

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No estaban dispuestos a dejar pasar más tiempo, fue cuestión de días para que Frank y Gerard organizaran su boda, la más sencilla de las ceremonias, sólo con sus familias y sus amigos más cercanos presentes, realmente eso no importaba, pues lo que ambos deseaban era ya firmar ante el juez su acta de matrimonio para poder estar juntos por siempre.

Habían platicado de su decisión con los padres de Gerard, quienes no se opusieron a ello, aunque eso sí, le pidieron a Frank que él se mudara a su casa y viviera ahí con Gerard, en su habitación, esto mientras Gee se recuperaba, pues Frank tendría que ir a la escuela y a trabajar y Gerard no podía quedarse solo estando enfermo, necesitaba atenciones. Frank estuvo de acuerdo con ello. Los padres de Gee se encargaron de preparar su habitación para que ambos pudieran habitar en ésta, cambiando su vieja cama por una matrimonial, además ampliando su armario y llevando a la habitación de huéspedes algunas de las cosas de Gerard, como su colección de superhéroes, algunos de sus dibujos, sus vinilos y sus películas, todo ello para que hubiese más espacio y ambos pudiesen estar cómodos.

La boda se celebró en un pequeño jardín. Gee realmente estaba inquieto, no sabía qué ponerse, no le gustaba nada, sentía que nada lo hacía lucir bien con su escuálido cuerpo y su cabeza afeitada. Odiaba verse en el espejo, sin embargo fue Mikey quien le escogió el atuendo para ese día: un traje en color negro, una camisa blanca y una corbata roja. Gee insistió en usar su gorro de lana, no iba a casarse con el amor de su vida con la cabeza afeitada, aunque a decir verdad ese no era el atuendo con el que había soñado casarse, había imaginado usar un vestido blanco, aunque ahora, con sus piernas tan delgadas, ni siquiera luciría, así como una corona de flores en su pelo, pero ya no había pelo qué adornar. No pudo evitar que una lágrima escurriera por su mejilla al verse en el espejo, Mikey había hecho un gran esfuerzo, incluso lo había maquillado un poco para devolverle el color a su rostro, aún así no era lo que había soñado, pero qué más daba, estaba a punto de casarse con el amor de su vida.

Cuando Mikey lo llevó a aquel hermoso jardín, lleno de bellas flores, en donde se casarían, su Frank ya estaba ahí, esperándolo, y vistiendo a juego con él, pues mientras él llevaba puesto un traje negro y corbata roja, Frank se había puesto un traje en color rojo y una corbata negra. Nunca creyó que su Frank se atrevería a ponerse un traje de ese color, era raro, sin embargo lo hizo sonreír. Ahí estaban sus padres, Ray, y algunos otros familiares y amigos cercanos de Frank.

Fue una ceremonia rápida, firmaron los papeles, se colocaron los anillos y se fundieron en un profundo beso, sellando así su promesa de amor.

Bailaron sólo un poco, pues Gee se cansaba demasiado rápido, y comieron algo de pastel. El festejo para ambos tuvo que terminar temprano, pues Gerard ya se sentía cansado, pese a ser algo tan pequeño e íntimo, sus energías no daban para más, esa enfermedad lo consumía de sobremanera, sólo deseaba estar en su cama, entre los brazos de su Frank.

Se despidieron de los presentes para ir a casa, Mikey fue el último en despedirse de ambos y acompañarlos hasta su auto, mencionándole a Gee que él y sus padres llegarían muy tarde a casa, por lo que podrían estar solos, guiñándole un ojo. Gerard no pudo evitar sonrojarse tan solo pensar en lo que podría pasar, porque vaya, tenía demasiado tiempo sin tener intimidad con Frank, desde aquella vez que ya ni siquiera quería recordar, cuando lo tomó a la fuerza y la última vez que en verdad compartieron algo lindo e íntimo había sido en su cumpleaños, ahora se veía tan lejano, e imaginarse en los brazos de su Frank, siendo sólo de él y de nadie más, le subía los colores al rostro y lo hacía sentir un inmenso cosquilleo en su estómago.

Durante el trayecto a casa viajaron tomados de la mano. Gerard se sentía feliz de estar con su Frank, mientras que Frank no podía sentirse más completo ahora. Al llegar a casa se permitió tomar a Gee en sus brazos, subiendo las escaleras, hasta llegar a su habitación. Ahí depositó a Gerard en la cama, dándole un beso en los labios, para posteriormente ir a buscar algo en los cajones de su armario. En tanto miraba como Frank rebuscaba en los cajones se sentía más nervioso, tan solo pensar que en unos minutos Frank lo haría suyo, sin embargo amarga fue su sorpresa cuando vio a Frank girarse hacia él con un par de pijamas.

- Te ayudo a cambiarte, mi vida – Dijo Frank acercándose a Gerard, agachándose para desabrocharle los zapatos. Pronto se los sacó, subiendo entonces para comenzar a desabrocharle la corbata, pero notó que su Gee estaba llorando - ¿Qué sucede, mi amor?

- Nada, perdón Frankie – Respondió Gerard, secándose con la manga de su saco las lágrimas que escurrían ya por sus mejillas, y es que se sentía mal, realmente mal, entendía que se veía horrible a causa de su enfermedad y era obvio que Frank no iba a querer tener intimidad con alguien así, quién se querría coger a semejante adefesio.

- ¿Cómo que nada Gee? Estás llorando

- En serio, no es nada Frankie – Contestó Gerard, tomando él mismo la pijama que Frank le había traído y comenzando a sacarse el saco, sin embargo antes de que continuara desvistiéndose, Frank lo detuvo.

- Dime qué te sucede, soy tu esposo, Gee, confía en mí

- Es que hoy... es nuestra noche de bodas... pensé que querrías estar conmigo – Entonces Frank lo entendió todo. Obviamente se moría por hacerle el amor a su ahora esposo, pero no quería lastimarlo, además había notado lo cansado que estaba Gee, no quería forzarlo, nunca más lo haría, aún así tuviera que darse una ducha de agua fría para quitarse las ganas. No pudo evitar estrechar a Gee entre sus brazos.

- Mi amor, claro que quiero estar contigo, sólo que no quiero lastimarte

- No me vas a lastimar, Frankie

- ¿Estás seguro?

- Sí, hazme el amor, Frankie – Respondió Gerard, bastante agitado.

- Lo haremos mi vida, pero si te sientes mal dímelo – Gee sólo asintió, dejando que Frank lo tomara en sus brazos y que comenzara a besarlo, de una forma lenta, demasiado lenta para su gusto, pues se sentía ansioso, aunque sabía que tampoco podía acelerar las cosas, pues podía quedarse sin aire y todo podía salir mal, por lo que dejó que Frank llevara el ritmo.

Noviembre sin Gee (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora