Dos años y medio después...
17 de agosto, 2024
Me miro en el espejo para acomodarme el maquillaje y sonrío al ver mi cabello ahora de un color oscuro casi negro.
Decidí teñirlo un día antes de viajar con Alice y Fede hace como... dos años y medio... fue un impulso de ese momento, porque el color me hacía recordar al color de ojos de alguien.
Tomo mi celular y le respondo el mensaje a mi padre que estoy por ir hacia la casa.
Me quedo viendo el fondo de pantalla. Fede, Alice y yo riendo, y de fondo un paisaje con montañas precioso.
Fueron dos semanas que se alargó por casi una semana más. Recorrimos kilómetros y kilómetros. Cabañas. Pueblos. Noches en carpa y fogata. Charlas sentimentales. Charlas muy raras luego de fumar. Música, bailes. Conocimos gente muy simpática. Comimos comidas de otras culturas muy ricas y otras un poco raras.
Pero principalmente hubo risas y preciosos momentos de tres amigos juntos yéndose de viaje para despejar la mente y volver renovados para un nuevo comienzo.
Apenas entro en la casa, escucho risas que reconozco a la perfección.
—Hola familia —digo llegando a la cocina.
—Pensábamos que no ibas a llegar —me reprocha Tamara que comparte una cerveza con mi padre.
—Sinceramente... me quedé dormida.
Paola ríe abiertamente y mi padre le entrega un billete.
—Aposté a que te habías quedado dormida y tu padre dijo que te habías quedado dibujando y perdiste la noción del tiempo.
—Acabas de hacerme perder dinero —me reprocha mi padre.
—En realidad me quedé dormida porque anoche me desvelé dibujando por perder la noción del tiempo.
—¿Para quién es ese dibujo? —pregunta mi madre.
—No lo sé —acepto la cerveza que Tam me ofrece—. Es alguien que se tatuó un diseño mío, pero en otro lado con un compañero mío de otra ciudad, y aparentemente esta persona viene hasta aquí, por vaya uno a saber, y de paso se va a tatuar la continuación del que ya se hizo.
—¿Y para cuándo la continuación del mío? —se me queja mi padre.
—Cuando decidas ir al estudio —le reprocho.
Bufa, pero sabe que es cierto.
—La comida ya casi está —comienza mi madre—, pongan la mesa.
Entre todos colocamos la mesa y cuando mi madre llega con la comida, sonrío al vernos a todos aquí.
Mis padres, mi hermana y su novia y yo. Algo que creí jamás ver.
Cuando mi hermana solucionó las cosas con mi padre, este quiso conocer a Paola. Con Tamara nos preparamos para una batalla naval, pero todo salió muy bien cuando mi padre vio la maravillosa persona que es la novia de mi hermana.
A partir de allí, todo fue mejorando. Mis padres conocieron a la familia de Paola. Y ahora estas van a casarse.
Todos estamos muy felices.
Yo estoy feliz.
—¿Qué te sirvo? —me pregunta Fede cuando llego al bar por la noche.
—Sorpréndeme —sonríe y asiente.
Veo que cuando toma un vaso junto a Mari, le da un beso antes de darse vuelta y tomar una botella de licor.

ESTÁS LEYENDO
Amor Perdido
RomansaSu encuentro fue intenso de primera. Uniéndolos en un recuerdo inalterable. Pero ella no quiere cometer los mismos errores. Y él quiere ser el mejor error en su vida. Parece que, aunque ella no lo quiera, terminan encontrándose siempre. Obligándolos...