Capítulo 15

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2 de febrero, 2022

—¿Crees que le gusto? —me pregunta Alice bajando por las escaleras de mi casa.

—¿Alice Palmer dudando si alguien gusta de ella? —pregunto sorprendida viéndola—. Eso sí que es extraño, este chico debe traerte mal.

—¡Claro que no! —dice enfadada cuando sigo bajando las escaleras.

—¿Desde cuándo pones en duda la atracción de las personas hacia ti? —camino hasta sentarme en el sofá y ella se desploma a mi lado.

—Es que él es tan diferente a mí... tan diferente al tipo de chico con el que suelo salir que... no lo sé...

Volteo para verla fijamente. Sus ojos están viendo hacia adelante, sus dientes retienen su labio inferior y juega con las puntas de sus pies en el suelo.

Creo que le gusta Simón.

—Entonces averigua si le gustas o no como tú lo harías —la aliento, haciendo que me mire—. No cambies, haz lo que quieras. Si no le gustas, él se lo pierde y si le gustas pues... ya verás ¿No?

Suspira y asiente justo cuando la puerta principal se abre y sus padres junto a los míos entran a la casa.

—A veces me sigo sorprendiendo que ellos se hayan hecho tan amigos —susurro.

—Y sólo porque nuestras madres tienen nombre similar —su respuesta me hace reír ya que es cierto.

—Hola, preciosas —dice Amelia, la madre de Alice.

—¿Cómo estuvo su cena? —pregunto mientras se sientan en el sofá frente a nosotras.

—Divertida —responde Brad, el padre de Alice—. ¿Cenaron?

—Pizza —le responde su hija.

—Nos contaron que vas a tatuarte —miro sorprendida a Alice ante el comentario de mi madre hacia ella ya que no lo sabía.

—¡Sí! —dice ésta emocionada—. Ya tengo el diseño, sólo falta saber dónde, pero me encanta.

—¿Es un dibujo o alguna frase? —le pregunto y me sonríe.

—Es un dibujo precioso, claro, como los tuyos no hay comparación, pero se acerca —su sonrisa queda intacta y la mía se va desvaneciendo al pasar los segundos.

—¿Los... tuyos...? —cierro los ojos con fuerza y cuando los abro, Alice cae en cuenta de su metida de pata, volteo hacia mi padre y cuando estoy por responder, la tragedia sucede.

—¿No los vieron? —se adelanta Brad—. Alice nos mostró varios y son espectaculares, su hija dibuja como las mejores —decir que mis padres están sorprendidos es poco.

—¡Hasta creí que eran fotos! —dice Amelia sonriendo.

Las cabezas de mis padres giran lentamente hacia mí, incrédulos.

Bueno, esto iba a pasar algún día.

No pretendía que fuese este día.

—¿Dibujas?

—Sí —le respondo a Adam.

—Pero... ¿Desde cuándo?

—Años —le respondo ahora a mi madre.

—¿Por qué no nos dijiste?

Su pregunta me hace recordar cuando dio a entender que para ella no soy buena en nada y cuando decidí dejarlo pasar. Pero me molesta y me duele.

—¿Por qué? —pregunto irónica—. Quizás porque estaban tan enfocados en la perfecta vida académica de Tamara que no tenían tiempo para ver qué hacía encerrada por horas en mi cuarto.

Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora