23

277 42 9
                                    

—Lo siento mucho, Hiccup —susurró Patapez, palmeando la espalda del muchacho con suavidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Lo siento mucho, Hiccup —susurró Patapez, palmeando la espalda del muchacho con suavidad.

—Nadie lo habría imaginado, ni siquiera yo que soy tan perspicaz —comentó Patán, dándole una mordida a su pierna de pollo asado.

—Bueno, ya es una carga menos, las chicas así siempre traen problemas —dijo Brutacio, quien casi inmediatamente recibió una patada proveniente de su hermana.

—Diablos, tú no sabes cerrar la boca —se quejó la gemela.

—Ay cállate, que tampoco eres tan discreta que digamos.

Astrid entró a la habitación del castaño, cruzó sus brazos y gritó: —Muy bien, todos afuera. Hipo necesita su espacio y ustedes no están ayudando en nada —señaló la salida.

Uno por uno fue marchándose sin refutar. Si algo sabían es que Astrid conocía más a Hiccup que ellos, así que ella tenía la razón respecto a él.

¿Verdad?...

La rubia cerró la puerta para brindarles mayor privacidad, caminó con lentitud hasta donde se hallaba recostado el ojiverde, y se sentó en una orilla de la cama.

Respiró de forma ruidosa, después habló: —Intenté decírtelo, intenté hacerte saber que había algo extraño en ella. Pero te pudo más tu lado humanitario. Si realmente quieres ser un gran jefe, debes endurecer tus sentimientos, o nada bueno saldrá de eso —acercó la mano con la intención de acariciar su rostro, pero ésta fue sorprendida cuando él le otorgó un manotazo, mandando su contacto lejos.

La vikinga frunció el ceño, y endureció sus facciones.

—Por favor retírate. Quiero estar solo —se giró, dándole la espalda a la chica.

—Bien, como quieras —no le quedó de otra más que finalizar la conversación, no había que ser inteligente para darse cuenta que su presencia no era deseada ahí.

Se levantó sintiéndose frustrada, y se marchó sin voltear atrás.

Por un segundo, pensó en que tal vez debió haberle dicho sobre eso antes de presentar una solicitud de juicio. Pero pronto vio la razón por la que no lo hizo: los sentimientos de Hiccup estaban de por medio estorbando. Y no se equivocó. Tan solo con ver cómo había reaccionado contra ella, le bastaba para creer que actuó correctamente.

Él tiene que dejar de confiar tan rápido en las personas, el mundo se lo va a comer vivo. Pensó.

Estando finalmente en soledad, Hipo se permitió mostrar sus verdaderos sentimientos.

—Qué día tan mierda —gruñó.

Odiaba el hecho de que Elsa había tomado toda la carga frente al mundo. Le hervía la sangre del coraje cuando escuchaba esos comentarios horribles que tenían de ella.

Y Astrid... Realmente no esperaba que fuera a romper las reglas, ella no daba excepciones y tampoco parecía empatizar con los demás. Así era su carácter desde que eran niños, por eso es que escalaba en la pirámide del estatus social, no había piedad en su corazón, ni siquiera con su propia sangre. Todos consideraban que eso era lo más digno que ella ofrecía. Pero igual sus acciones le afectaron de cierto modo a Hiccup. Y la intención que tenía bajo todo eso.

Touching the stars | PARTE IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora