Emilio olfateó el aire, cerrando los ojos y aspirando la esencia dulce que algún omega desprendía. De repente, chocó con alguien.
- Muévete imbécil - dijo el castaño, malhumorado y algo brusco.
El ojinegro abrió los ojos con sorpresa y sólo cuándo e...
Odia, odia, odia, odia salir con su padre por ésta misma razón.
Steven lo nota, lo sabe porque levantó una ceja en su dirección y la vé cómo diciendo "¿ahora qué hacemos?". Pero su papá, cómo siempre es inmune a los encantos de cualquier omega que no sea su mamá. Lo agradece y aunque sabe que Emilio jamás vería de ninguna forma a nadie, le hierve la sangre.
La chica en bikini es la gota que rebasa el vaso.
Jessie la vé dar vueltas y sonreírle a Emilio, le pregunta cosas y el alfa contesta con un aire incómodo, buscando a sus hijos sutilmente.
— La voy a matar — dice entre dientes.
— Tenemos que pagar ésto primero — le recuerda Steven. — Pero yo te ayudo a enterrar el cuerpo.
Están en Cancún, pagando un traje de baño para su madre en una de las tiendas del hotel. Cómo están en la playa, Emilio no siente la necesidad de usar playera, así que su pecho y abdomen trabajados y tatuados quedan a la vista. Es increíblemente guapo, con algunas canas tornando su cabello achocolarado claro a gris y haciendo ver sus ojos café aún más marrones, siempre vá peinado hacía atrás (porque a su madre le encanta) así que el peinado de príncipe sólo aumenta el atractivo.
(— Tu papá es un DILF.
— Por favor, cállate — le dice a su mejor amiga con disgusto.
— ¡Es que lo es!)
— ¿Qué no vé la mordida? — murmura Steven con los dientes apretados
— ¿Sabes qué? Mamá puede bañarse en calzones, a la mierda el bañador. — se salen de la fila y caminan directo a su padre con la tarjeta negra en mano y la ropa en otra
— ¡Papi! — Jessie corre a los brazos de Emilio y le dá un beso en la mejilla
— ¿Qué pasó? — pregunta extrañado
— Nos cansamos de hacer fila — Steven hace un puchero y usa aquellos ojos mieles en contra de su padre. — Además había un alfa molestándonos.
Emilio se levanta de inmediato, con un brillo asesino en sus ojos.
— ¿Son tus hijos? Son adorables — la omega sinvergüenza — ¡Siempre quise tener hijos!
— Pues consíguete los tuyos — dice Jessie.
Emilio suelta una carcajada.
— Chupe pelos señora — agrega Steven.
Entonces el alfa se ríe con ganas. La omega se vá de la escena dejando un aire de vergüenza y molestias detrás. Los mellizos chocan cinco y sonríen satisfechos.
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