Cuarenta

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Emilio levanta la copa y le guiña el ojo, luego bebe (sidra de manzana, porque lleva sobrio un par de años). Se limpia los restos del líquido con la lengua y sonríe con travesura, sus ojos brillantes y divertidos.

— Joaquín si no dejas de verlo, todos se van a dar cuenta que quieres cogerte a Emilio en medio de la fiesta — se burla Diego.

— Es porque eso quiero hacer... Dios, debería de ser ilegal lucir así — se muerde el labio, porque Emilio se vé tan apetitoso con el moño deshecho, la camisa abierta, los tirantes y los pantalones hechos a la medida por Louis Vuitton. — Realmente quiero que me ahorque con ese mechón que se le soltó del peinado.

— ¡Joaquín Bondoni! — su mejor amigo casi se ahoga con un trago de whiskey — Eres asqueroso.

— Uno: ahora soy Joaquín Osorio. Dos: Emilio se vé apetitoso y si estoy diciendo ésto es por su culpa ¿quién lo dejó salir así de casa? — está genuinamente molesto (y caliente) al respecto.

— Bueno, hay un cuarto allá atrás en dónde las novias generalmente van a arreglarse ó cosas así...podrían...—levanta las cejas de forma sugestiva

— Emilio jamás aceptaría, el hijo de puta es tan correcto y amable que diría que irnos de nuestra propia fiesta sería de mala educación.

Diego se ríe y le dá unas palmadas en la espalda.

— Eres tan lindo — dice sarcástico.

— Es una de mis muchas cualidades, le añade al encanto —sonríe.

No sabe qué mierda se le mete a Diego (¿nostalgia?) que el peligris (recientemente volvió a su color natural) lo abraza con fuerza.

— No tienes idea de lo feliz que me hace que estés con alguien cómo Emilio y que después de todo... aún hayan encontrado el camino hacía el otro.

Joaquín le corresponde con cariño.

— Gracias, Di — el alfa se separa y lo toma por los hombros.

— Eres mi mejor amigo y te amo y quiero que seas feliz siempre y nunca quiero verte llorar de nuevo — está sentimental gracias al alcohol, pero sus palabras son sinceras y a Joaquín se le derrite el corazón.

— Tú también eres mi mejor amigo y yo también quiero que seas feliz por siempre — le contesta.

El irlandés asiente y sorbe la nariz, le vuelve a palmear la espalda y se aleja con la excusa de que vió a una omega bonita del otro lado de la pista. Joaquín por su parte se acerca a su esposo - qué bien suena - y lo aparta de algunos ejecutivos de Osorio Enterprises para bailar con él.

— Luce muy bien está noche, Señor Osorio — dice bailando al ritmo de una canción que seguramente escuchó en la radio alguna vez.

— Te diría lo mismo, pero no creo que haya palabras para describir lo... hermoso que te ves.

Joaquín sonríe y se bebe el último trago de su agua mineral (él tampoco está tomando por ser solidario con Emilio y eso, aunque extraña ese sentimiento que le brindaba el tequila ó vodka, prefiere apoyar a su esposo en la sobriedad), deja el vaso en una mesa por ahí y continúa bailando. No tienen el mejor ritmo, mucho menos los mejores pasos, pero la pareja se divierte cómo nunca y se ríen cuándo hacen un movimiento gracioso.

Los minutos (u horas, quién sabe) pasan y de un momento a otro, alguien le está prendiendo un cigarro a Emilio con una vela de bengala, que sacaron de sabrá Dios dónde, pero hay una canción de los días de club del Alfa y Joaquín sabe que está disfrutando tanto, porque Niko está sacudiéndole el culo a Eduardo mientras Emilio pretende lanzarles dinero y les grita obscenidades.

Y después, los invitados finalmente se van. La fiesta termina y Emilio está encaminando a Joaquín a una Range Rover negra, el chofer les abre la puerta con una sonrisa. Se suben a los asientos traseros y Joaquín está seguro de que está por volverse loco, porque Emilio lo besa con fuerza, estrellando sus dientes, chupando ligeramente su labio inferior y el omega puede oler perfectamente el perfume Sauvage de Dior que el más grande usa, mezclado con sudor y su esencia a bosque y café.

Definitivamente vá a perder la cordura.

El alfa entierra su nariz en el cuello de Joaquín, buscando su esencia y teniendo dificultad para encontrarla.

— Quiero morderte — Emilio le susurra sólo para que él escuche. El castaño siente los caninos de su esposo en su cuello, le provocan escalofríos y ahoga un gemido (porque el chófer está ahí, así que intenta controlarse). — Quiero follarte hasta que te olvides de tu propio nombre...— dice en voz ronca, mordiéndole levemente el lóbulo.

Oh Dios.

— Emi...— dice tembloroso.

Puede sentirlo sonreír contra él, presumido y arrogante.

— ¿Pasa algo? Te noto... inquieto — hijo de puta.

Emilio se aleja con una sonrisa, respira profundo y un brillo de molestia le pasa cómo flash en los ojos, el semblante le cambia, decae.

— No puedo olerte.

El corazón de Joaquín se rompe en mil pedazos, la calentura que sentía...sigue ahí, pero en un plano menor.

— No lo necesitas para saber lo que siento — le toma la mano y la pone sobre su propio pecho. — Ésto es por tí —dice sobre si pulso acelerado. — Te amo.

El trayecto es silencioso, el chofer sube un poco el volumen de la radio y Joaquín lo puede ver sonreír con diversión por el retrovisor. Cuándo llegan a la casa, el beta se baja del auto y les abre la puerta.

— Buenas noches — les dice antes de que entren a la casa.

Y de repente, Joaquín está ansioso de nuevo, porque el maldito de Emilio se está tardando años con las llaves, así que se las quita y abre él mismo la puerta.

— Te odio.

— No, no lo haces — contesta altanero.

Ni de cerca.

Es tan odiosa su actitud y el hecho de que lo caliente tanto la confianza que Emilio tiene en sí mismo es... agh. Así que lo besa contra la puerta, estrellándolo sin cuidado.

— Eres insoportable.

— Ajá — Joaquín mueve sus labios de la boca de Emilio hasta el cuello, dejándole un chupetón, el Alfa está intentando aguantar, no quiere ceder. — ¿Qué más?

— Insufrible — baja hasta el hueco entre el cuello y el hombro, dónde Joaquín lo mordió años atrás. Abre la boca y saca la lengua, la pasa por la cicatriz y siente al mayor temblar ante el toque. — Y mío.

— Completamente.

Los ojos del omega se oscurecen ante aquella declaración.

— Vamos arriba.

Se tropiezan en el camino, subir las escaleras intentando no romper un beso resulta ser más difícil de lo que las películas muestran, pero abren la puerta de su habitación y Joaquín sabe que esa noche será diferente a las demás.

Se tropiezan en el camino, subir las escaleras intentando no romper un beso resulta ser más difícil de lo que las películas muestran, pero abren la puerta de su habitación y Joaquín sabe que esa noche será diferente a las demás

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Bueno mis criaturas aquí les dejo los últimos capítulos.

Espero les gusten.

Nos vamos AlbertXioW.

Fire On Fire // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora