Cuarenta Y Tres - Extra 1

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Joaquín le entrega las llaves del auto al pequeño beta rubio y le sonríe.

— Buenas tardes, Owen — saluda con la voz grave y palabras lentas.

— Buenas tardes, Joaquín — le pasa un papel para recoger más tarde su suto en el valet.

No se dicen nada más y el castaño camina hasta la entrada en dónde recibe varias miradas de alfas y algunas omegas. Lleva un traje azul marino, camisa blanca y zapatos marrones. Se acaba de cortar el pelo, así que sus rizos están perfecta y cuidadosamente peinados hacía atrás.

En la recepción está aquella omega que internamente le disgusta. La castaña de senos enormes que usa faldas cortas y escotes sumamente inapropiados. Le murmura un saludo por lo bajo, camina directo al elevador y sube al piso de su esposo. Cuándo las puertas se abren, vé a la secretaria de emilio sentada detrás del escritorio y tiene que contener un bufido, porque la omega pelirroja es un ser que odia con pasión.

Es incluso peor que la recepcionista del primer piso. Siempre lleva su cabello rojizo en unas ondas perfectas, el maquillaje leve y unas pestañas naturalmente largas y rizadas con la nariz pequeña y respingada. Ese día lleva un atuendo que Joaquín odia admitir, es envidiable. Es joven, con tan sólo 23 años y un brillo en los ojos que deja ver cada vez que Emilio asoma el rostro.

¿Acaso todo el personal de Emilio estaba enamorado de él? Joaquín culpa al pequeño, pero bien respingon culo de su esposo.

Emiloo está recargado en la mesa de la chica, con los brazos cruzados y una pierna colgando. Está contándole algo que plasma una sonrisa bobalicona en la pelirroja. El Alfa se vé increíble cómo siempre, con un traje café claro y corbata negra, el cabello está llegándole casi a los hombros y está peinado hacía atrás sin mucho cuidado (Joaquín sabe que sólo se puso un poco de cera y difícilmente se pasó un peine, pero sigue viéndose tan bien cómo siempre).

Regina lo vé al mismo tiempo que Emiloo lo siente (ya que no puede oler su presencia). Y la sonrisa se le cae, cómo si aplastaran todos sus sueños y esperanzas; Joaquín casi se regodea en ese momento.

Al rizado se le iluminan los ojos y abre la boca para decir algo, pero las palabras se le atoran en la garganta. Lo recorre con la mirada y remoja sus labios con la lengua.

— ¿Siempre tienes que verte ridículamente atractivo, Bondoni? — camina hacía él.

— Mira quién habla — le dice, viendo para abajo (porque los años han pasado y Joaquín es aún más alto con botines con tacón, claro está).— ¿Quién mierda se vé así cuándo vá a trabajar?

Emilio suelta una risa relajada.

— ¿Tienes un espacio para mí?

— El tiempo que quieras — le dá un beso corto, porque siguen estando en un espacio laboral y hay gente alrededor.— Regina — se gira —, despeja mi agenda por el resto del día, saldré a comer... Y me llevaré los papeles del contrato Johnson.

Si la chica dice algo, Joaquín la ignora, pues en ese momento Emilio se dá la vuelta y su magnifica retaguardia queda a la vista, cubierta por pantalones de vestir ajustados a la perfección. Malditas hormonas del embarazo, está caliente todo el tiempo y se siente más irracional de lo usual (ni hablar de lo territorial que se ha puesto).

El alfa regresa con un maletín y le extiende la mano.

— ¿Nos vamos, bonito?

— ¿Nos vamos, bonito?

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Fire On Fire // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora