Emilio olfateó el aire, cerrando los ojos y aspirando la esencia dulce que algún omega desprendía. De repente, chocó con alguien.
- Muévete imbécil - dijo el castaño, malhumorado y algo brusco.
El ojinegro abrió los ojos con sorpresa y sólo cuándo e...
⚠️ Ésta historia contiene temas de drogas, el abuso de ellas, violencia familiar y lenguaje homofóbico.
4 cosas que le dan seguridad:
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La aguja atraviesa su piel sin dificultad, un sólo siseo sale de su boca, pero la molestia por el piquete desaparece en cuestión de segundos, así que echa la cabeza para atrás y sus ojos ruedan.
¿Joaquín podrá sentir eso?
Tal vez.
¿Estará decepcionado cuándo vuelva a casa?
Seguramente.
Ahora mismo quiere olvidarse de todo.
¿Qué es todo?
Siente la heroína recorrerle las venas y se siente tan bien después de todos esos años de sobriedad. Se siente vivo, totalmente vivo en aquel rincón de Londres.
A pesar de ese sentimiento exhilarante que la droga opiácea le brindó, hay algo que no está bien en todo aquello, pero no puede descubrir de qué se trata.
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Los alucinógenos son sus favoritos. Es una realidad alterna en su propio mundo. Una versión más colorida y divertida, siempre es una sorpresa cuándo ingiere hongos ó LSD y su cerebro crea imágenes distorsionadas de la verdad, todo es cómo una caricatura y eso le causa gracia.
Pero en ese momento no está seguro de que le guste lo que se mente ha creado (tampoco está seguro de si es una alucinación ó un recuerdo).
Escucha gemidos, unos que conoce muy bien y luego gruñidos de un alfa que definitivamente no es él. Así que abre la puerta y el corazón se le cae al piso.
Sigue sin saber si es real lo que está viendo, pero hay un hombre encima de su omega y Joaquín le pide más con la respiración entrecortada.
— Joaquín — murmura, porque el castaño está tan sumido en el placer que ni lo ha olido ni lo sintió llegar. — Joaquín —dice un poco más fuerte, pero el hombre tiene la cabeza casi enterrada en el colchón y no escucha nada.
