—Mei, tenemos que hablar... —Yuzu Okogi Aihara estaba de pie, nerviosa, en la entrada de la oficina de Mei, con una copa de sidra de manzana en la mano.
—Un momento, querida, si no consigo enviar este informe presupuestario ahora, nunca lo haré. —dijo Mei, tecleando sin pensar en su portátil, ajena a la temblorosa mujer que se acercaba a ella.
—¡De esto quería hablar! Siempre estás trabajando, Mei. —gritó Yuzu, sobresaltando a la mujer de cabello azabache.
—Está bien,... tienes toda mi atención. —espetó Mei mientras cerraba la tapa de su portátil.
—¡Siento que todo lo que has estado haciendo los últimos meses es trabajo, trabajo y sorpresa más trabajo! ¡Nunca estás en casa y, cuando lo estás, te pasas la mayor parte de la noche aquí dentro! —gritó Yuzu antes de beber un gran trago del fuerte alcohol.
—¡Perdón por tratar de mantener a esta familia! ¿De dónde viene todo esto, Yuzu? ¡Sabías que me apasionaba mi trabajo y no tenías ningún problema con eso! ¿Qué ha cambiado? —Mei gritó antes de abalanzarse sobre la rubia, ligeramente ebria.
—Ya no puedo seguir con esto, Mei, es demasiado difícil. —Yuzu sollozó borracha, antes de susurrar—. Me acosté con otra persona... Lo siento mucho, Mei...
—¡¿Hiciste qué?! —Mei gritó tan fuerte como fue humanamente posible.
...
—¿Yuzu? ¿Me engañaste? ¿Qué? —Mei parpadeó para quitarse el sueño de los ojos mientras se daba la vuelta para encontrar a su amada esposa durmiendo profundamente. En un ataque ciego de rabia, Mei agarró la cosa más cercana a ella y comenzó a golpear a la rubia dormida, despertándola efectivamente.
—¿Qué demonios, Mei? ¿Está todo bien con el bebé? —preguntó Yuzu somnolienta mientras levantaba la mano para bloquear el ataque de la almohada.
—¡Me fuiste infiel! ¿Quién es ella, Yuzu? —Mei le gritó a la confundida rubia.
—¿De qué estás hablando nena? No te fui infiel, debes haber estado soñando o algo así, cariño. ¿Por qué no vuelves a dormir? ¿Recuerdas lo que dijo la doctora acerca de que durmieras bien? —preguntó Yuzu antes de ser empujada fuera de la cama y caer de cabeza.
—¡No hasta que admitas que me engañaste! —Mei gritó mientras le arrojaba almohadas a la rubia que cansadamente saltaba por la habitación tratando de esquivarlas.
—¡Mei, te juro que no te engañé! Es a ti a quien quiero, a nadie más. —Yuzu le rogó a la pelinegra, quien lentamente comenzó a suavizar el ataque de la almohada.
—¿Me lo prometes? —preguntó Mei con lágrimas empezando a formarse en sus ojos. Rápidamente, Yuzu corrió al lado de su esposa embarazada y la envolvió en sus brazos.
—Por supuesto, cariño, ¿Dónde encontraría una mujer tan bella, hermosa, sexy, amable, cariñosa y asombrosa como tú? Tú, Yudai y el bebé son todo lo que necesito y todo lo que quiero. No quiero a ninguna otra mujer, sólo a ti. —Yuzu tranquiliza a Mei mientras deposita besitos en el hombro expuesto de la directora y frota pequeños círculos sobre su gran panza.
—Eres todo lo que quiero Yuzu, supongo que sólo tengo miedo de que te aburras de mí... No sé qué haría si no te tuviera a mi lado al despertarme por las mañanas. —Mei hizo todo lo posible por contener las lágrimas, pero no lo consiguió. Así que Yuzu simplemente envolvió sus brazos más fuerte alrededor de su esposa y las llevó a ambas de vuelta a la cama, con Mei escondida de forma segura entre sus brazos.
—Nunca podría aburrirme de ti, Mei, te amo. —Yuzu depositó suavemente un beso en la parte superior de la cabeza de Mei. —Vamos a dormir un poco, ¿de acuerdo? —Yuzu susurró en el cabello de Mei, antes de girar con cuidado para que Yuzu acurrucara a su llorosa amante.
—Todavía estoy enojada contigo, —susurró Mei mientras entrelazaba sus manos.
—Mei, sólo fue un sueño, ¡en realidad no te fui infiel! —Yuzu se quejó en voz alta, antes de atacar el cuello de Mei con pequeños besos, haciendo reír a la mujer.
—No tienes idea de cuánto te amo, Yuzu Okogi Aihara... —Dijo Mei sin aliento, mientras Yuzu se retira y se acurruca junto a su ahora tranquila esposa.
—No tanto como te amo, Mei Aihara Okogi, —murmuró Yuzu mientras se quedaba dormida una vez más. Mei permaneció tranquila y en silencio mientras su esposa dormía, sabiendo perfectamente que no había forma de que volviera a dormirse, pero estaba muy feliz en los brazos de Yuzu donde planeaba quedarse por el resto de sus vidas... eso fue hasta que rompió fuente.
—¡¿YUZU?!
—¡No te fui infiel!
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[CITRUS] - Smut Stories
FanfictionUna serie de desvergonzados escenarios obscenos donde Yuzu y Mei se encuentran y tienen relaciones sexuales. A veces deseamos que hubiera terminado así. Ilógico. Porno sin trama. Yuzu dominante / Mei sumisa. Esta es una historia de G! P. Si esto no...