𝙻𝚘𝚟𝚎 𝚂𝚑𝚘𝚝 𝚅𝙸

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Mi pelo parecía un nudo de cigüeña tuerta que no había puesto las cosas en su sitio y le había salido un desastre de nido. Necesitaría toneladas de acondicionar y mascarilla para poder deshacer las rastas de pelo que se habían formado a causa de la velocidad que el rubio había alcanzado por la carretera.

—No ha estado tan mal, ¿verdad?

—No, ha estado horrible.

Me miró por encima de su hombro, y rompió a carcajadas cuando observó cómo había acabado mi pelo. O lo que quedaba de mi pelo, porque aquello parecía de todo menos cabello humano.

—Esto pasa por no llevar casco —me quejé bajándome de la moto.

—La próxima vez le traeré un sombrero bien bonito, señorita —se burló.

—No habrá próxima vez. Yo a ese cachivache no me subo.

—El truco es que te apoyes contra mi espalda y así frenas el aire. El problema es que ibas agarrada a las barras de atrás y te has comido todo el viento —continuó riéndose.

Rodé los ojos divertida mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y apoyaba el pelo en una de mis piernas.

—¿Vas a la fiesta universitaria mañana? —me interesé en saber. No pude evitar contemplar lo guapo que estaba subido en aquella moto, con las mejillas y los labios sonrojados debido al aire.

—No lo sé. —Sus ojos miraron hacía delante durante un momento, como si verdaderamente se lo estuviese pensando. Sus ojos volvieron a mí antes de añadir—: ¿Tú vas?

—Seguramente.

—Entonces yo seguramente vaya —sonrió.

Puse los ojos en blanco una vez más mientras negaba con la cabeza y comenzaba a caminar hacía la puerta del edificio de mi casa

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Puse los ojos en blanco una vez más mientras negaba con la cabeza y comenzaba a caminar hacía la puerta del edificio de mi casa.

—Buenas noches, Mei —se despidió elevando la voz para que le escuchase.

—Buenas noches. Yuzu. —Me despedí yo desde la puerta, y comprobé cómo su sonrisa crecía aún más antes de arrancar la moto y desaparecer al final de la calle.

La sonrisa de tonta embobada se me borró al instante en cuanto entré por la puerta de casa y vi a Tommy colgar rápidamente el teléfono al ver que entraba en casa. Fruncí el ceño confundida y comencé a quitarme el abrigo.

—¿Quién era? —interrogué refiriéndome a la llamada que había finalizado repentinamente.

—Nadie, se habían equivocado —se apresuró a decir—. Has vuelto pronto —cambió de tema.

—Sí... —Seguía confundida por el comportamiento de mi novio, actuaba de manera extraña y no era capaz de quitarme de la cabeza quién había podido llamarle. Estaba claro que ni quería que yo me enterase por alguna extraña razón.

—Oh, genial. Entonces, ¿hoy puedes hacer la cena? —Asentí sin apartar la vista de él, estaba incómodo y sabía que deseaba largarse de la habitación—. Vale, pues estaré descansando en la cama. Avísame cuando esté.

Dicho aquello, comenzó a andar hasta nuestra habitación para después meterse y cerrar la puerta con velocidad.

...

La música retumbaba en las paredes de aquella enorme casa perteneciente a una de las fraternidades de nuestra universidad. Habíamos llegado media hora tarde y la gente ya comenzaba a desenfrenarse y emborracharse. Apreté con más fuerza la mano de Himeko mientras caminábamos entre la multitud.

—¿Por qué no ha podido venir Tommy al final? —preguntó mi amiga una vez salimos al patio trasero de la casa para fumar.

—Dijo que mañana tendría que trabajar —expliqué antes de encender mi cigarro y darle una profunda calada.

Tommy no había ido a la universidad, directamente había realizado un módulo de dirección de empresas y había comenzado a trabajar hacía unos meses en la compañía de su madre.

—¿Qué tal van las cosas entre ustedes?

—¿Otra vez vamos a hablar de ese tema, Himeko? Estás comenzando a ser verdaderamente molesta.

—Sólo te he preguntado que si está todo bien —gruñó.

Antes de que pudiese contestar, unos chicos comenzaron a pegar gritos sin motivo alguno. Fruncí el ceño mientras continuaba fumando mi cigarro y observaba el comportamiento animal que estaban llevando a cabo, parecían monos que les acababan de soltar después de haber estado encerrados en jaulas. Reí disimuladamente cuando reconocí entre aquellos chimpancés al rubio que me quitaba el hipo.

—¿Ese no es tu novio secreto? —preguntó Himeko con cierta amargura y rodé los ojos ante su burla.

—No es mi novio, pero sí. Él es Yuzu.

—Pues tu amiguito viene hacía aquí.

Intenté calmar de la mejor manera que pude los latidos de mi corazón y tiré el cigarro al suelo para después apagarlo con la suela de mi tacón. Sentía que mi respiración se entrecortaba y odiaba, a la vez que me gustaba, la sensación que provocaba él en mí.

—Has venido —dijo con su enorme y característica sonrisa.

—Te dije que seguramente vendría.

—Y yo seguramente me vaya a beber algo —anunció Himeko sin esperar respuesta, empezando a caminar de nuevo hacia el interior de la casa.

—Estás muy guapa esta noche —piropeó.

Su comentario me sorprendió y abrí los ojos perpleja. Llevaba un vestido negro y el pelo suelto, con algunos mechones sujetados en una pinza. Apenas me había maquillado, pero había aprovechado la ocasión para ponerme unos taconazos de infarto.

—Muchas gracias —agradecí y fue mi turno de fijarme en él. Llevaba una camiseta blanca simple, con unos tirantes negros que sujetaban su pantalón oscuro. Era una fiesta latina, la mayoría de los integrantes de aquella fraternidad provenían de familias de Latinoamérica y no habían dudado ni un segundo en sacar sus guitarras y ambientar la fiesta con música típica y tradicional de sus países. La vestimenta de Yuzu encajaba perfectamente con la temática—. Tú también estás muy guapo.

—Gracias Mei... —habló con voz ronca, consiguiendo que mi corazón latiese aún más rápido—. Voy a tocar algo con los chicos —añadió señalando a un grupo de personas que tocaba alegremente la guitarra sentados en unas sillas—, ¿vienes?

—¿Tocas la guitarra?

«Ay, Dios».

—Sí —rió—, no se me da mal.

No tuve tiempo de reaccionar, su mano ya se había entrelazado con la mía y tiró de mí con suavidad para que le siguiese. 

[CITRUS] - Smut StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora