¿Crees en el destino? ¿En caminos que se entrecruzan? Yo no lo hacía, simplemente no entraba en mi cabeza la posibilidad de no ser una estructura mecánica, tras una máscara de aparente fortaleza que ocultaba las grietas de una vida vacía y sin sentido...
Supongo que debo empezar por donde empiezan todas las historias... El principio. Mi vida no era mía ni desde el momento en el que nací, llegué al mundo en una familia de bien y solo por portar el apellido de los Aihara ya había ciertas normas de etiqueta y de saber estar que se me inculcaron desde la cuna.
Creía ser libre mas no era así, había nacido para triunfar, para llegar lejos, sin saber que por el camino acabaría perdiendo mi propia identidad, que sería poco más que un despojo con fama, fortuna y un nombre, sin ideas propias, sin metas que para mi mereciesen la pena, sin sueños por los que quisiera luchar.
¿Cómo empezó todo? Ni yo misma lo sé, supongo que fue la luna, brillando más nítida que nunca, recordándome la oscuridad en la que estaba presa desde que tenía uso de razón. Desde que aprendí a andar y supe que mi camino nunca iba a ser el que deseara, sino el que dictaran para mí, pude rebelarme tantas veces que perdí la cuenta y, al final, acepté la terrible verdad que amenazaba sobre mi, yo nunca sería libre, siempre sería esclava del apellido Aihara.
A penas me daba cuenta de ello ¿Sabes? Estaba tan acostumbrada a vagar en tinieblas que no extrañaba la luz, no hasta que la luna acarició mi rostro, brillante y sublime, recordándome que existía la luz pero yo no podía alcanzarla, no sabía cómo hacerlo, todo había perdido el sentido.
Cuando tuve edad suficiente para comprender lo que todos esperaban de mí tuve miedo, ¿Y si yo no era suficiente? Quería conocerme, saber quién era yo sin pensar en todo cuánto debía ser. Me gustaba escribir, podía pasarme horas en mi habitación contemplando las estrellas y escribiendo en un cuaderno, suspirando pues sabía que jamás podría ser más que un mero pasatiempo, mi destino estaba forjado y, me gustase o no, llegaría a ser abogada pues era lo que mis padres siempre habían querido para mi.
Los años de instituto pasaron sin pena ni gloria, sumida en los libros y en las más altas calificaciones, con fines de semana en el club de campo junto a aquellas amigas que mi madre escogió para mi, poco a poco desde el momento en el que vine al mundo ella me moldeó para que fuese su hija perfecta, con notas perfectas, modales perfectos y amigas perfectas... Incluso el perfecto caballero con el que algún día debía casarme para continuar con su modelo de familia perfecta y, en medio de toda esa perfección, mi identidad quedó aplastada y una sola pregunta quedaba sin respuesta ¿Quién era yo?
Terminado el instituto ingresé en la mejor facultad de derecho del País, preparada para convertirme en la más prometedora abogada de mi promoción, preparada para cumplir unas metas que no son las mías con mi voluntad escondida bajo capas y capas de absoluta perfección a aojos de la sociedad y de aquellos que me dieron la vida.
Lo logré ¿Sabes? Conseguí destacar, sobre salir entre los demás, y mientras más brillaba de cara al mundo mi alma más se sumía en la oscuridad.
Estaba quebrada, no había salida, ya no... Una brillante carrera a mis espaldas que no me daba más vida que billetes con los que cubrir más caprichos de los que podía disfrutar, dedicando mi tiempo a trabajar y olvidándome de vivir, me habían inculcado que debía ser la mejor, pisotear a todo aquel que pudiese eclipsarme mas no vivía, solo existía y el mundo, esa noche, decidió pesar más que nunca en mis hombros. Decidí que no aguantaba más, no podía más, esa noche sería el final.
Los zapatos de tacón, escandalosamente caros, repiqueteaban sobre los adoquines de esa acera gris. En mis ojos vestigios de lágrimas, las mismas que me negaba a dejar caer, brillando con fuerza en mis pupilas oscuras. Te juro que intenté dejar mi mente en blanco, vacía como mi vida, como me sentía desde que tenía uso de razón, pero los recuerdos caprichosos bailaban amargando mi soledad, recuerdos de toda una vida dedicada a cumplir las expectativas de los demás, aplastando mis sueños, desterrando de mi misma todo cuanto me hacía especial, quebrándome poco a poco sin comprender que la amargura se adueñaría de mí...
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[CITRUS] - Smut Stories
FanfictionUna serie de desvergonzados escenarios obscenos donde Yuzu y Mei se encuentran y tienen relaciones sexuales. A veces deseamos que hubiera terminado así. Ilógico. Porno sin trama. Yuzu dominante / Mei sumisa. Esta es una historia de G! P. Si esto no...