Capítulo 2

39 0 0
                                    

Siendo las tres de la tarde, una hora en la que el sol golpea con fuerza todo lo que pueda ver. Nos dirigimos a la ciudad para dar nuestro informe. Al llegar fuimos bien recibidos por las personas que nos encontrábamos en el camino. Lo primero que hacemos al llegar es dejar el auto a sus propietarios. Al dejar el auto, el Maestro decide ir ante los jefes de la hechicería para dar nuestro reporte de la misión. Yo accedo a acompañarlo, aun si no pidió que lo hiciera, aunque tampoco parece molestarle. El Maestro caminaba por el pasillo de la planta baja en el edificio, yo le sigo por detrás observando el lugar. No es la primera vez que vengo, pero no soy de venir todos los días, Además que, siempre olvido lo que decora cada pared del lugar.


Me hago olvidar todo de aquí para volverlo a apreciar. El Maestro le ha dado el anuncio a la recepcionista del edificio sobre nuestra llegada, pero no era tan necesario, puesto que siendo pertenecientes al trabajo de aquí, no se necesita aclarar lo que uno viene a hacer en estos lugares, a no ser que se requiera ir ante los jefes, para eso hay otro tipo de movimiento.


Caminamos hasta llegar al ascensor. Yo me despido de la gran decoración dorada de aquí, junto a eso una enorme pantalla sin funcionamiento en la pared derecha. Esa es la decoración de la planta baja, una con aspecto relajante y formal. Ese sentimiento que desea transmitir la planta baja le va demasiado bien, puesto que todos los detalles en las paredes y techos reflejan lo que quieren dar. Seguridad y cuidado al público. El Maestro y yo subimos el ascensor hasta el último piso. Siento mi cuerpo levantarse, separarse de la planta baja para comenzar a subir hasta el tercer piso. El elevador tiene paredes doradas con blanco. El blanco me recuerda al cuarzo, sus decorados son espectaculares. Ojalá fuera realmente cuarzo. El ascensor se eleva marcando los pisos que recorre por una pantalla que está encima de la puerta. El elevador se mueve a su ritmo habitual, uno casi lento.


—¿Tú darás el reporte? —pregunto, al ver como el elevador entra al tercer piso.


El Maestro asiente con su cabeza entre el silencio. No se le ve con ganas de hablar, algo que a veces es común en él. Apuesto que en su cabeza organiza las palabras que dirá ante los líderes. Como el elevador termina su recorrido, las puertas se abren y ambos salimos cuando una luz dorada nos recibe. Caminamos por el enorme salón de oficinas del tercer piso, un área abierta y con pasillos en cada lado de la cada pared. Su decoración cambió, dejando no solo uno dorado, sino también blanco y un poco de plateado. Varios cuadros colgaban decorando las paredes con personas que ayudaron en este lugar y hechiceros de relevancia.


Lo primero que hacemos es indicarle a la secretaría de los jefes sobre nuestra llegada al presidente y la reunión al respecto. Como ella lo entiende toma un teléfono negro que, al presionar un botón comienza a tomar una llamada que daría luz roja al teléfono, señalando que el presidente es quien toma el teléfono. Ella habla comunicando nuestra petición. Tras varias palabras cuelga y nos dice dónde debemos ir. El Maestro es el primero en poner su pie en el camino. Mientras caminamos, puedo ver a unos hechiceros salir con unos niños detrás de ellos. Estos niños usaban el mismo uniforme que los hechiceros de rango mayor, un uniforme azul marino con pliegues en las puntas, un cinturón negro y unas hombreras de color verde que descienden por las mangas una línea verde que cae hasta la punta en las muñecas. Junto a ese aspecto formal, aquel cuello de tortuga suelto que permite entrar aire al cuello sin tener todo el cuerpo cubierto. El pantalón es del mismo tono azul oscuro junto a unas botas de cuero altas y de color negro, idénticas a las militares. Aquellos niños salen riendo de la habitación, aun así siguen en silencio a los hechiceros que hablan, conversan de algo que solo ellos pueden entender. De seguro es el plan de una misión, lo más probable. Por la edad de los niños y sus medallas es obvio que participan como estudiantes.

Guerra del dominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora