Capítulo 3

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Son las nueve de la mañana, una buena hora para despertar. Al sentir mi cuerpo entrar en la realidad, lo primero en hacer es observar a mi alrededor desorientado, pretendiendo fingir nunca haber estado aquí. Siento que un fantasma había sido testigo de haberme traído aquí, puesto que no logro memorizar haber recorrido un viaje del sofá hasta aquí. Me siento en mi cama, aun con un sentimiento equivalente al peso del plomo en mis hombros. Siento mi cuerpo hablarme, insinúa entre vibras y migrañas que siguiera durmiendo. Con el sol dándome las fuerzas para ponerme de pie, doy el logro de resistir las tentaciones que yo mismo me ofrezco para levantarme de una buena vez.


Camino al baño, me tomo mi tiempo para lograr despertar frente al espejo. El agua fría del grifo hace el trabajo al golpear mi cara, una sensación ardiente recorre mi piel con satisfacción. Hoy no hay motivos para estar en la asociación, no me han solicitado un trabajo, tampoco me ha llamado el Maestro para alguna misión. El día de hoy mi trabajo requiere estar en casa. Mi vestimenta de hoy es una camisa gris manga larga y un pantalón café claro. Al estar preparado, me dirijo hacia la cocina y comienzo mi desayuno. Abro la nevera en busca de comida, el espacio luce más amplio e iluminado. La reducción de alimentos a la vista establece una conversación conmigo de la cual sus palabras sobraban. Es evidente que faltan cosas básicas y alguna que otra complementaria.


Me preparo algo sencillo reciclando alimentos para no gastar lo necesario. Desayuno al mismo tiempo que veo las noticias por medio del televisor. Finalizando de comer, me pongo unos zapatos marrones y salgo de mi casa en modo de restaurar los alimentos faltantes. Bajo las escaleras del edificio en dirección a la planta baja. Salgo por la puerta que iba rodeada de una reja algo desgastada. Saliendo del edificio solo queda caminar hasta llegar a la zona de comercio. Los edificios bloquearon la ruta del sol, provocando así mucha sombra en las calles. Aun si es de día, varios edificios deniegan la ausencia de energía en sus pantallas. Camino mientras pienso en el dinero que llevo conmigo. Cargo con la cantidad necesaria, pero no la suficiente para gastarlo en algo extra.


Después de una caminata involucrada en el silencio, llego al primer supermercado. Me adentro mientras hago la cuenta de cosas faltantes, reviviendo aquella imagen cuando presencié el interior de la nevera por minutos. Tras tener la lista de cosas ausentes en el hogar hago una lista mental. Comienzo a tomar cada cosa mientras verifico si a este punto es necesario tenerlo conmigo. Con un recado completo, me aproximo a la cajera. Coloque los productos para luego sacar mi dinero mientras veo la cantidad de dinero subir con cada cosa. Mi estado de concentración en el pago se ve interferido por un atroz sonido procedente de mi bolsillo. Meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón y tomo mi teléfono, el cual se mueve en su eje de un lado al otro en cortos movimientos está vibrando indicando una llamada. Conteste para cancelar el sonido.


-Buenos días. ¿Con quién hablo? -hablo, con cortesía.


-Hechicero Ghither, buenos días. Tenemos una solicitud. -indica, haciendo presencia una voz que me resulta familiar.


Tome unos segundos para apartar el móvil de mi mejilla. La sorpresa llega cuando me fijo que es el Maestro quien habla. ¿Por qué me llamará a esta hora?


-¿Ocurrió algo? -pregunte, mientras empiezo a pagar las cosas que ahora están a mi nombre.


-El vicepresidente nos solicita, por sus palabras parece ser importante. Agradecería que te apresures. -insinúa, resaltando aquello último no solo como una petición, sino una orden.

Guerra del dominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora