Capítulo 5

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Abro mis ojos con un sonido molestando mi siesta. Miro mi entorno, desorientado y con un dolor en mi pierna, el cansancio pesando mis hombros. Asomo mi mirada hacia el reloj colgado en la pared, me indica que ya se iban a hacer las ocho de la mañana. Suelto un gruñido y entierro mi cara en la almohada. Estoy estresado, pero adquiero la voluntad para mirar un poco a mi costado.


Observe el pasillo a mi izquierda, está vacío. Lo analice en silencio y sin ganas de levantarme. Estoy tirado como un muerto en el sofá del segundo piso, mirando la nada con tranquilidad. El aroma a lavanda relaja mi cerebro como una droga, pero llega a aturdir mi garganta tragando saliva de forma áspera, es señal que tengo la garganta seca. Suspiro con fastidio. Al soltar el aire, una de las puertas blancas de ese pasillo se abre. Veo aparecer un hombre que a unos segundos no logro reconocer. Quien aparece es Wanther, carga el uniforme de la asociación de hechicería, pero entre el pecho, tiene una medalla que señala su rango S, dándole una especie de autoridad.


Wanther cierra la puerta y camina por el pasillo hasta que la luz del sol da con él. Baja sus ojos hacia el sofá y me observa recostado con las sábanas cubriendo todo mi cuerpo y con solo un orificio para ver mi exterior. Tengo una cara de odio.


—Ya te has levantado. —dice, mientras me da un vistazo.


Lo observo con mi ceño fruncido. No respondo en los primeros segundos, mi silencio no explica nada, pero puede hacerse una idea.


—Buenos días para ti igual. —digo, para luego cubrir por completo mi cuerpo con la sabana.


—Sabes dónde queda el baño. Levántate y ve a asearte. —ordena, mientras camina a mi lado para bajar las escaleras.


Con fastidio me levanto. Siento un ardor producido en mi tobillo, pero este descansa su dolor con los segundos. Me pongo de pie apartando las sábanas. Camino al baño, recordando las indicaciones que me dio Wanther anoche cuando llegué. Camino hasta la última puerta y la abro, ahí veo el baño limpio, desprendiendo una luz dorada por toda las paredes, producto de la ventana abierta que deja entrar un rayo de luz el cual rebota por las paredes.


Tarde unos cuatro minutos dentro del baño, usando las cosas que Wanther me prestó y mantiene guardada para las visitas. Mientras el tiempo pasa, empiezo a despertarme, en especial con la luz del sol y el sonido de los pájaros cerca de aquí. Me sequé la cara para luego ver a la ventana, esperando que una de las aves vuelva a cantar. Mirando el cielo azul, y la poca vista que tengo del árbol cerca, me cuestiono sobre donde estoy parado. Me encuentro en un hogar diferente al mío, algo que no pensé hacer en un tiempo. La música que producen las aves, y la luz amarilla del sol golpeando y rebotando con las paredes del baño, me dejan una vista opuesta a lo que es usual en mi hogar al despertar.


Salgo del baño con una mejor apariencia. Camino hasta el sofá y tomo mis cosas, las cuales aparté para dormir mejor. Agarro mi teléfono e identificación. Bajo las escaleras que tengo cerca y llegue hasta el piso de abajo. Estando aquí, observo en dirección donde se encuentra Wanther. Está diferente a como salió. El lleva un delantal de cocina para no ensuciar su uniforme, este es de colores café oscuro con azul claro. Luce extraño en él, o simplemente pienso que no sería el tipo de persona que usaría eso. Él se halla pelando unas papas.


Camino hasta el mesón y, anunciando mi presencia, me siento en una de las sillas para verlo trabajar. No tengo intenciones de nada, solo deseo hablar un poco con él para así irme y no molestar más. No sé si me considera un desconocido o es de esas personas que rápido se encariñan de otros.

Guerra del dominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora