Capítulo 13

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En ese día fui capaz de interferir el temor que hace varios días he tratado de esconder para no enfrentar una acusación como esta. El miedo a morir habría de canalizar mis ideas por tantas horas, tiempo donde los delirios de mi entorno se manifiestan con fuerza, cuestionando no solo lo que me rodea, sino lo que soy. La primera pregunta se formuló con fuerza, ¿qué sentido tenía la muerte? Mi muerte, al comenzar a cuestionar tantas cosas solo pude esconderme en mi habitación sin poder poner un pie afuera de la casa, de la habitación, afuera de mis sábanas. Eludiendo la realidad, tratando de huir de esos crueles pensamientos como monstruos de pesadillas encarnadas, todo se introdujo en mi garganta para digerirlo con presión. ¿Cómo es que quiero morir? Qué pregunta tan interesante y fastidiosa. No podía pensar en la muerte, nadie es capaz de pensar en cómo ansiaba morir, fue por ello que lo simplifiqué en algo que no sería nuevo para mi. ¿Cúal sería la mejor forma para desaparecer de esta vida sin que nadie lo perciba? Lo concluí por cualquier vía, todo siempre y cuando hubiera un factor, que todos vieran mi fallecimiento, perezco sabiendo que todos presenciaron mi muerte. La idea fue tentativa para mi gusto, se sentía aquella idea como el sentir de un animal, iluminar su descanso eterno con la vista de sus seres amados y una aguja que jamás sentirá al contemplar sus amores eternos, de vida e incluso muerte. No sonaba mal, cualquier mascota desearía eso, morir a los ojos de quienes le enseñaron el gusto de vivir, sería la forma más honrada de agradecer vivir.


No puedo negar el miedo que sentí para el momento en que fui capturado, la forma en que mi vida se redujo a nada a la vista de personas que, al igual que yo no sabía quienes era, pero no tuvieron piedad conmigo a diferencia de como yo pude tener ante ellos en un principio. Sin embargo, todo ese pavor se vio esfumado ante la mirada de decepción del Maestro. Sentí el regaño atravesar mi pecho como una lanza, el dolor profundizó más que el miedo, o tal vez eran lo mismo, solo que en diferente grado de importancia. Aunque pueda ser sorpresa para pocos, en realidad deseo sí complacerlo, pero con imaginar en la definición de miedo, no aporta en nada al sentimiento de dar, me hace sentir que olvidé el límite que puedo tener, ¿es que acaso tengo uno? Todos los seres humanos lo tenemos, incluso el Maestro. Enseriando para ese entonces, jamás me habría preguntado por qué no sé las respuestas de mis propios pensamientos, la mayoría de veces me he de excusar, soy experto en eso, pero he llegado al punto en que ni siquiera me esfuerzo por pensarlo. Por una cara de la moneda, tengo la razón de convencerme en no reconocer lo que llegaría a sentir, pero en el otro lado debo ser consciente que, jamás tendré la carta de confesión ante mi timidez a serme sincero, descubrir por un instante que llega a sucederme, si es que podría entenderme.


Las gotas que caen desoladamente por la ventana me mantienen por un instante contemplando entre la oscuridad de la ausencia de sol una melancolía reacción entre mis pensamientos y un evento natural en la sala de mi casa. Al haber regresado a la ciudad ese día donde aquellos sujetos me tuvieron secuestrado, para el momento en que mis pies tocaron el suelo de mi casa comenzaría a cuestionar tanto en tan reducido tiempo. Empiezo a imaginar como aquel diminuto temor ante la colorida sangre que circula entre todos nosotros y es cubierta por tan delicada capa de piel, no es precisamente por su misma razón de ser un líquido sanguíneo, sino porque puedo asimilarlo a la muerte. Aun así, no puedo concluir que sea tan cierto a como lo he llevado planteando, fue un día donde la locura me arrebató más que otros de mis peores días, donde el miedo acobarda la razón y comienzo a cuestionar y desafiar, todo concepto de la vida se pierde, todo se veía tan fácil de hacer. Una pregunta en referencia a la muerte me acosó esa noche, fue tanta la percepción alterada de esa noche que a la madrugada caminé hasta la cocina y con fuerza sujeté un cuchillo para posicionar su delgado filo en mi garganta, esperando la orden para rasgar la piel como una hoja de papel. Para quien no conociera por lo que pensaba hubiera pensado que era algo matutino de un desequilibrado mental, pero yo sólo pude obtener una respuesta ante la adrenalina de mis pensamientos. ¿Sería capaz?

Guerra del dominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora