Capítulo 9

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Con tres días de la cuarta semana ya me han dado de alta, en verdad tardó más de lo que esperaba. Desde que entré al hospital han pasado muchos días soleados, aunque esta mañana abrió paso con lluvia. Como estoy en óptimas condiciones siento que mi cuerpo se ha recuperado de todos los problemas del veneno, sintiéndome más sano que antes. La doctora me dio un comentario anoche, sobre cómo mi cuerpo era sorprendente ya que tenía la capacidad de sanar más rápido que la mayoría de personas. Me siento bien, como mental y físicamente. Dormí de buenas esa noche.


A las seis de la mañana tenía que retirarme, era la hora donde tenían permitido abrir las puertas para cualquiera. Antes de dormirme, me informé sobre lo que harían con Wanther y Winston. Me dijeron como sus casos fueron llevados ante las manos del presidente, Lorath, quien les puso una advertencia por las agresiones y violencia. Desconozco el resto, no me dieron la información con mejor detalles, pero era una señal para mantenerme lejos de ellos dos por unos dos días en donde bajaría la marea agresiva.


Siento mi cuerpo cansado, esto debido a la hora donde me he despertado. Cinco de la mañana, hora donde todo mi entorno oscurece y el brillo de la luna apenas si puede producir efecto en las cortinas. Escucho la lluvia, se intercala con los sonidos internos de la habitación. Mientras me estiro bajo la inmensa oscuridad que abraza mi piel, el frío hace juego con los elementos naturales produciendo más frío de lo común. Giro mi torso y mis brazos de un lado al otro, al girar a mi derecha una silueta cerca de mí me sorprende logrando sacarme un susto silencioso. Me quedo quieto, observando esa figura que se mezcla en la oscuridad que parece iluminar en un azul oscuro intenso. Aparto las sábanas y miro mejor a la persona que tiene su cabeza agachada y sus brazos cruzados, protegiéndose de esa forma del frío. Parece estar dormido en la silla. Observo mejor quien es para luego llevarme una sorpresa.


—¿Winston? —pronuncie, mientras un humo frío escapa de mi boca por cada palabra que suelto.


No reacciona, está tan adentrado en el sueño que las palabras no alcanzan a despertarlo. Levanto mi mano y junto mis dedos para acercarlo a su oído. Entre el silencio, cause un chasquido en la entrada de su oreja, logrando que lo despertase un poco. Lucha por seguir durmiendo, el sueño lo tiene dominado, pero la curiosidad por saber qué fue ese sonido lo atormenta. Levanta su cabeza, posicionando sus ojos en mi figura, confundido y desorientado.


Lo observo con sorpresa, como si negara la verdad de saber que es el verdadero hechicero Winston en persona. Me aparto, mientras observo con poca luminosidad su rostro, tiene un moretón en su mejilla y una curita en su labio, parece ser que escurría sangre por allí.


—Carajo, aquí hace tanto frío. —murmura, mientras aparta sus manos de su rostro. Sigue aún con sueño, pero comienza a despertarse.


—¿Qué hace usted aquí? —interrogue, de forma directa con un tono confundido de verlo aquí.


Winston levanta su mirada colocándola en mí. Con verme puedo saber que varias ideas llegaron a su cabeza, razones para no estar aquí y otras no tanto. El hechicero solo estira sus anchos brazos y regresa a cruzarlas.


—Vine a llevarte a casa. —responde, en un tono bajo.


—Esperaba que fuera Reina quien me buscara. Ella es la única persona que no se ha comportado tan vulgar frente a mí, a diferencia de otros. —comento, con breves aclaraciones resaltadas en mi tono de voz y palabras.

Guerra del dominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora