Capítulo 4

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El reloj indica ser las once de la mañana, pero no tengo ganas de disfrutar este día, no con la nube gris que se acumula cada que mi mente se despierta. Convenciéndome de hacer las cosas bien, me dispongo a ponerme de pie para salir de las sabanas. Me levanto de la cama alejándome como puedo de esa comodidad, abandonando esos pensamientos que me consumen para mejorar mi día y mi persona. Camino al baño para así cepillar mis dientes y lavar la cara.


Al levantar mi mirada tengo vista mi cabello, luce muy desordenado al punto de parecer que tuve un choque de corriente eléctrica. Tomo mi peine y empiezo a hacer el trabajo. Acomodo mi cabello, uno liso y de color negro. Inclino mi cabeza hacia adelante al fijarme en algo. Logre ver como, desde la raíz de mi cabello, aparece otro mechón blanco. Me disgusto. Sujeto unas tijeras y comienzo a deshacer el exceso de blanco que mi melena produce sin alguna razón aparente. Tengo incluso debajo de mi cabello, están ocultos detrás de mi oreja, pero lentamente se muestran a la luz. Los corto, erradicando todo los mechones blanco presente en todo mi pelo. Mi cabello adquiere su pigmento negro, los mechones no son cortados al punto de extinguirlos, con una tijera no puedo hacer eso, pero no me importa, prefiero tenerlo así ocultos antes que tener mi cabello en tonos bicolor.


Al estar listo me aproximo hacia el armario y me coloco una camisa junto a un pantalón azul marino. Preparado para este día, decido ir a preparar algo de comer. Sin embargo, mis ojos posan contra algo que me frena por largos segundos. Mi uniforme de hechicería reposa en el fondo del armario, como si lo quisiera ocultar bajo las distintas camisas de colores diferentes. El uniforme logra provocar que pensamientos los cuales imaginé haber abandonado en mi cama se acumulen en mi espalda como un parásito. Cierro la puerta de mi armario y me aparto sin intenciones de forzarme a afrontar algo que deseo ver desaparecer. Camino hasta llegar al recibo. Lo primero que hago es encender el televisor para así llenar el ambiente de voces y sonidos. Lo siguiente es preparar mi desayuno. Con un pan y algunos ingredientes recientes de comprar. Preparo un pan con huevo, bastante ligero. Me siento a comer en el sofá dejando que la pantalla robe toda mi atención.


Mis ojos son espectadores de cómo una mujer indica las noticias recientes en la política. Ella relata cómo se podían ver supuestos rumores referentes a los tratados de la reina con otros estados, algo del cual no todos tienen esa información. Aquello llama mi curiosidad al instante, marcándome con confusión, pero eso no era lo que me atrapa, en realidad es saber cómo los hechiceros son nombrados por separado. Una mínima mención de la asociación causa polémica instantáneamente. Estos son nombrados como la organización con más fuerza entre todo el reino de Nueva Irlea, señalándonos como si realmente nosotros fuéramos quienes gobernamos, no solo el país, sino al reino en general, uniendo a la pequeña isla al final del continente La noticia se detiene de forma rápida, como si fuese un bloqueo intencional. No fuimos nombrados o señalados de mala manera, pero todo puede ser incluso una mala interpretación como no se diga de las maneras más adecuadas. A veces llego a preguntarme si los hechiceros o el dominio puede volverse tabú para muchos.


Me cuestiono sobre lo que haría el presidente Lorath con esta información, no es la primera vez que llegan a censurarnos para evitar un estallido con la opinión popular izquierdista, pero verlo tan callado me hace dudar si el trabajo de mantenerse mudo lo hace él o quienes gobiernan todo el país. Con la duda en mi cabeza, apague la intriga como si la flama de una vela se tratase. No quiero pensar en la asociación, no en un día el cual me procuro relajar. Cansado de escuchar a esa mujer, tome la oportunidad de cambiar el canal. Me quedo varias horas sentado, investigando los canales, buscando algo que me entretenga. Al pasar un tiempo me canso. Pongo un canal cuya única función es proyectar música, lo hace como una radio eterna, sin publicidad o cortes. Me levanto para caminar y dejar el plato al lado del lavabo en la cocina. Me dirijo hacia la habitación donde tengo el almacén de cajas. Del montón de basura saco una colchoneta, algo vieja. La arrastre hacia el recibo, cerca del sofá. Me preparo para empezar mi rutina de siempre, hacer ejercicios en casa es mi mejor terapia. Voy a empezar a ejercitarme, pero algo me obstruye el trabajo. El teléfono suena desconectándome de mis acciones. Veo a través de la pantalla, trato de saber quién es. Aparece un número desconocido, me deja adivinando quién es esa persona. Trato de recordar a algún conocido que concuerda con esa cifra de números, pero nada aparece en mi cabeza. Tomo mi teléfono y atiendo a la llamada.

Guerra del dominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora