CAPÍTULO 7

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-¡Somos demasiados!- exclamó Sophie cuando vio el gran número de niños que querían jugar-. ¿Por qué no jugamos en parejas?- propuso.

Oh, que buena idea. 

Pensó.

Rápidamente todos comenzaron a tomar de las manos a sus respectivos compañeros. Jude esperó paciente a que alguno de ellos dijera que no tenía a nadie para unírsele, pero frunció el ceño cuando se dio cuenta de que en realidad la única que estaba sola era ella. Eran impares. 

Algunos la miraron expectantes.

-Bueno- se encogió de hombros-, supongo que he tenido mala suerte. Me iré a casa. 

-De eso ni hablar- dijo la misma niña, parecía haber adoptado el rol de líder-. ¿Por que no te pones con Eddie? El también está solo. 

Miró a donde la niña apuntaba con la mirada. 

El chico se encontraba apoyado en una farola en una pose bastante preparada. Tenía una sonrisa extremadamente ancha, pero sus ojos parecían los mismos que los que le ponía Alfred cuando quería comida. 

Levantó la mano, saludando con duda. 

Jude le respondió el saludo, aún con más incertitud. 

No estaba segura en que momento había aparecido, pero supuso que no le disgustó. 

Se encontraba escribiendo el guion para el comienzo de su campaña de dragones y mazmorras. Lo había estado posponiendo, pero se propuso tener por lo menos el principio antes de que comenzaran las clases. En realidad, le estaba yendo muy mal. El chico no tenía grandes dotes a la hora de escribir, y dudaba demasiado, por lo que se encontraba en ese circulo vicioso de las lluvias de ideas. 

Golpeó su frente numerosas veces con el lápiz, los ojos cerros esperando que algo sucediera. Tal vez una buena idea por fin. 

-La chica de al lado- le distrajo su tío, que había pasado por ahí a coger más cervezas del frigorífico-, me ha preguntado donde estabas. 

-¿Noah?

-No- negó- Jude. 

El estómago le dio un vuelco. Volvió a quedarse solo dos segundos después, solo con sus pensamientos. 

No había definido aún lo que le sucedía con Jude. 

Inconscientemente, se había sentido atraído hacia ella desde el primer momento en el que la vio, cuando se mudó a la caravana junto a la suya. No era atracción física ni amorosa, el era un niño y no entendía nada de eso. Era curiosidad. Curiosidad por esa pequeña rubia que no le llegaba ni por el hombro.

Eddie recuerda con cariño como le regaló un pequeño cactus a su tío en uno de sus cumpleaños. Tiene marcado también el último año de preparatoria, cuando le compró un puesto entero de piezas de cerámicas a una niña de su curso que, durante la feria de artesanía, había destrozado sin querer la mayor parte de la mesa en un acto de torpeza. O incluso cuando defendió a su amigo Gareth, sin conocerlo de nada, de un chico que intentaba meterse con él.

Había sentido el impulso de por fin, después de conocerse de vista por tantos años, hablar con ella. 

Sobre todo después de aquella noche. 

Pero temía que sus intentos por llamar su atención habían sido un total desastre. De hecho, estaba seguro de su fracaso. Seguramente todo en lo que podía pensar Jude sobre él era en lo raro que era. Seguro que hasta le temía después de tantas apariciones "casuales", en donde solo la miraba como un completo loco porque no sabía que decir. 

-Que idiota eres- se dijo a sí mismo. 

Salió a su porche, decidido a fumarse un cigarrillo y tomar algo de aire. Tal vez eso le distraería lo suficiente como para poder concentrarse de una vez en el guion. 

La noche no estaba ni fría ni caliente, estaba justo como debía estarlo. Vestía unos pantalones de cueros algo acampanados junto con una camiseta blanca simple. Por supuesto, las botas de siempre le abrazaban los tobillos.  

Estaba sumergido en sus pensamientos cuando, como si le estuviera llamando, escuchó la risa de su vecina pasar cerca de donde estaba. 

No supo muy bien porque intentó perseguirla, pero caminó a la parte trasera de su casa, que era de dónde había escuchado el sonido. La buscaba con la mirada cuando pasó no tan lejos de él. Parecía perseguir a un niño. Estaba jugando al pilla pilla, supuso. 

Se ve muy bien.

Avanzó de nuevo cuando notó que una piña se comenzaba a formar donde estaba ella. Estaban formando parejas, pero para la mala suerte de ella, quedó sola. No vio una mejor oportunidad. Sabía que si no se acercaba a ella de una maldita vez no lo haría nunca. 

-¿Por que no te pones con Eddie? El también está solo- habló una niña castaña, señalándolo. 

Tragó saliva, apresurándose contra la farola justo a su lado, intentando no verse tan acosador. 

Le sonrió y la saludo, muy naturalmente.

Lo tienes controlado, Eddie.

-Claro- dijo con duda Jude-. No hay problema. 

Volvió a tragar saliva, acercándose lentamente a ella. 

-¿Seguro no tienes problemas con que me una?- intentó parecer relajado.

-No- habló demasiado rápido para su gusto. A Eddie le asustó que eso fuera un indicador de que si le molestaba su presencia. 

-Pues genial- sus palabras salieron también a la velocidad del rayo-, por que de pequeño jugaba a este juego muchísimo, y déjame decirte que no era para nada malo, rubita. 

Quiso reprenderse a sí mismo. 

¿Había parecido demasiado pretencioso o egocéntrico? ¿Y desde cuando le preocupaba lo que la gente percibiera de él?

-A mi también se me daba bastante bien- dijo, casi de manera retadora. 

-Pero a mi mejor- frunció el ceño, de repente verdaderamente preocupado por quien era mejor de los dos. 

-¿Y tu que sabes?- se puso de puntillas, seguramente para intentar igualar la altura e intimidarle-. Soy mejor. 

-Que no- también elevó la barbilla, aunque no le hacía falta ninguna. 

-Estoy segura de que si hubiera un concurso de quien es mejor de los dos- se acercó a él, entrecerrando los ojos- ganaría yo sin duda. 

-Con un jurado comprado, sí- se cruzó de brazos-, claro que sí. 

Detuvieron su discusión un segundo, tan solo para mirarse a los ojos. Una guerra silenciosa y tensa. 

-Acéptalo- tomó la palabra Jude.

-Williams...

-¡Mary y yo contamos!- la voz de Sophie los sobresaltó, provocando que retrocedieran un paso y se separaran- ¡Tenéis treinta segundos para esconderos!

Jude notó la mano extremadamente fría del chico sobre ella. Se preguntó si siempre se encontraba a esa temperatura, descubriendo que no supondría un problema para ella. 

Eddie jaraneó su antebrazo, obligándola a moverse. 

-Se un lugar donde podemos escondernos- afirmó. 

Se dejó llevar por él. 



ANGEL | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora