CAPÍTULO 46

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Jude había leído demasiadas veces sobre la famosa paz antes de la tormenta en los libros, esa calidez que se siente antes de que todo acabe. Cuando el príncipe está a punto de luchar contra el dragón para salvar a la princesa, y se toma sus minutos para decirle lo enamorado que está y lo preciosa que es. O cuando el grupo de infames héroes se reúne antes de la última batalla, sin que nadie pueda predecir quién será el desafortunado que no lo logrará.

Sabía muy bien lo que ocurriría, pero de todas maneras no quería despedirse de esa felicidad momentánea que sentía sentada junto a Dustin y Eddie. Hablaban sobre temas triviales, queriendo despejar sus mentes todo lo que pudieran. El trabajo de la rubia era extenderle al rizado los grandes tornillos que él clavaba en aquellas tapaderas de basura, tensando las manos y resoplando cada vez que el cabello se cruzaba en su visión.

Parecía hasta una broma que estuvieran a punto de enfrentarse a Vecna con esos cachivaches estúpidos.
De un salto, Eddie se puso de pie para probar el aparato. Jugó con el en el aire, probándolo.

-¿Como lo ves?- Dustin sonrió emocionado.

Lo movió más en sus manos para comprobar algo antes de bajarlo y girarse a ellos.

-Ligero, pero resistente. Letal, pero fiable- sonrió orgulloso por sus trabajos, poniendo de repente un rostro algo más serio y elevando una de sus piernas a su antiguo asiento-. Escuchadme bien- cambio el tono de voz, tal y como hacía cada vez que jugaban con el club-. ¡Ya no veréis retroceder nunca más a... Eddie el desterrado!

Dustin también se puso en pie, ayudando a Jude a seguirle.

-Ya estás listo para la Bat-alla- bromeó, sobrando una risita-. ¿Lo pilláis?

Eddie y ella se miraron rápidamente antes de girarse hacia el niño, intentando aguantar sus sonrisas para mirarle de manera sería. Dustin pareció entrar en estado de pánico, desanimándose al momento.

-¿No os ha parecido gracioso?- sus comisuras decayeron, y se echó un paso atrás- Vale, perdonad.

Eddie paso tan rápido frente a ella que Jude tardó en reaccionar, soltando una risotada cuando le vio lanzarse sobre el niño, atrapandole por la cintura para moverlo. La rubia no perdió segundos, se lanzó sobre la espalda de Eddie y rodeó su cuerpo al momento.

-¡Rubita, pensé que estábamos en el mismo equipo!- exclamó cuando no tuvo de otra que soltar a Dustin, quién también se lanzó sobre él.

Los tres cayeron de culo sobre la hierba verde, riéndose como si estuvieran en una escapada cualquiera. Los brazos de Eddie aún la sujetaban sobre su cuerpo, pero la soltó con una mano para poder agarrar al niño por uno de los lados de su cara.

-No cambies nunca, Dustin Henderson- le pidió-. ¿Me lo prometes?

Dustin no tuvo más remedio que asentir, cayendo un poco en la cuenta de sus situaciones.

-No pensaba hacerlo- se encogió de hombros casi tímido.

No mucho después, luego de jugar con los nuevos escudos y hacer el payaso lo suficiente, el sol parecía esconderse de manera lenta por el horizonte. Era como si hasta el cielo estuviera tardando más de lo normal para darles tiempo, para que pensaran de verdad lo que estaban por hacer.

Mientras el grupo terminaba de subir todo a la caravana, ellos dos estaban todavía sentados en el suelo.

Eddie rodeaba con las piernas su cadera desde su espalda, intentando deshacer con los dedos los nudos de su pelo. Cuando más o menos lo logró, separó su cabello dorado en varias secciones, comenzando a trenzar.

-Al final eso de enseñarme a hacerte peinaditos y pintarte las uñas ha servido de algo- Eddie dijo con burla, provocando no hacerle daño.

-Te lo dije- chasqueó la lengua-. Además, por mucho que lo niegues te gusta. Tal vez deberías dedicarte a esto.

ANGEL | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora