El Diamante de la temporada IV

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El diamante de la temporada IV

Ester estaba encantada de descubrir los muchos pretendientes que se alineaban en su puerta. Muchos pretendientes guapos e inteligentes. Sin embargo, algo estaba mal con ella. Su afán, su rápido acercamiento por su atención. Necesitaba a alguien a quien cortejar para casarse eventualmente, pero no alguien tan rápido que no hubieran pasado ni doce horas antes de que estuvieran dispuestos a saltar frente a un carruaje por ella.

Eventualmente, la línea de pretendientes disminuyó alrededor del almuerzo y ella estaba ansiosa por escapar de los confines de su casa deteriorada. Así que decidió ver qué estaba haciendo Daphne. Decidió que esta vez daría un paseo hasta su casa, ya que estaba ansiosa por sentir el cálido sol a diferencia del polvoriento carruaje que su padre siempre la obligaba a tomar.

Aunque, a medida que se acercaba a la casa de Daphne, se encontró contemplando su belleza y ya no sintió el deseo de entablar una conversación con su querida amiga. Se sacó de sus pensamientos negativos cuando escuchó detrás de su voz a Cressida Cowper y su doncella.

–¡Ay Ester! ¡Qué gusto verte!– Cressida, siempre fue una amiga bastante extraña. Del tipo que estaría allí para escucharte si algo sucediera, pero más aún del tipo que le diría a todos los demás por qué estabas torpe. Era alta, extremadamente alta y tenía pómulos altos y cabello rubio lacio como una horquilla con los ojos azules más penetrantes que Ester jamás había visto. A veces, se refería a ella como un gato.

–¡Ah Cressida, qué gusto volver a verte! ¿Cómo estuvo Francia?– Cressida se rió como una colegiala y habló sobre la última moda de Francia.

–Ay, Ester, te hubiera encantado allí. La música, la comida, la gente! ¡El romance! ¡Mi madre y yo frecuentabamos un pequeño café en París que era magnifique!– Ester quiso poner los ojos en blanco. Sabía que Cressida era terrible con los idiomas en la escuela y estaba sorprendida de que tuviera el descaro de hablar el delicado idioma del francés en público. Una vez le dijo a la maestra que parecía un cerdo durante las lecciones.

–¡Creo que lo habría hecho! ¡Tendrás que contármelo todo! Planear la boda de Mariana tomó la mayor parte de mis vacaciones–. Cressida sonrió y entrelazó sus brazos, acompañándola a lo que Ester recordaba que era el camino al parque.

–Oh, me encantan las bodas. Digo, hablando de bodas, ¿has oído hablar del duque de Hastings?– Ester alzó una ceja y negó con la cabeza.

–¡Se quedará aún más tiempo! Todavía tiene que salir de Grovenor's Square. O eso le había dicho a Ellie una sirviente de su casa.

No fue sino una semana después del baile de Lady Danbury cuando Ester, Juliana Sloehigh y Jacob Sloehigh asistieron a la Ópera

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No fue sino una semana después del baile de Lady Danbury cuando Ester, Juliana Sloehigh y Jacob Sloehigh asistieron a la Ópera. Fue el evento más popular de esta semana y el único al que Ester pudo asistir. Confeccionó un vestido sencillo de seda azul marino con guantes blancos y un abanico blanco. Su cabello estaba bien recogido en un moño sobre su cabeza con flores de viola azul dentro de su cabello. Justo antes de entrar al teatro pudo alcanzar a Daphne.

Secretos & Escándalos - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora