Descarga eléctrica

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Quedaba una semana para terminar el curso, estoy completamente feliz, me acaban de dar la gran noticia, tenía el segundo lugar, mis calificaciones eran casi perfectas, sólo por unas décimas me ganó Ricardo, era de Ecuador.

Ese día íbamos a conocer la Casa Matriz de la gigantesca empresa "Robsons&Bayns".
Dentro de los 10 cupos con las mejores notas, estaban mis tres amigas de habitación.

Teníamos que estar todos listos a las 10 de la mañana, una gigante limusina pasó a buscarnos, conversaba con mis amigas, sobre lo millones que deben tener los dueños de la empresa.
Lo que nos contaron sobre la empresa, pertenecía a una de las familias más importante de los Estados Unidos, el tatarabuelo don Robert Robsons junto a su esposa Judith Bayns fueron los fundadores de dicho imperio.
Hoy en día, el señor Thomas Robsons y su hijo Alexander, manejaban la empresa.

Llegamos, y quedamos sin aire al ver la magnitud de la empresa.
Nos hicieron un tour por cada piso, eran nada menos que 20 pisos, obviamente en el último se encontraba las oficinas del Director (El sr. Thomas) y el Presidente, (El sr. Alexander), su hijo.

Después de dos horas de tour, nos dirigimos hacia unas de las salas de reuniones del piso 20, seríamos agasajados por una exquisita recepción, en donde había una larguísima mesa, tenía los más ricos manjares, a esa hora mi estómago rugia de hambre.
Probamos de todo junto a mis amigas, era todo exquisito, muy bien decorado.

Sentimos que se abrió un ventanal, y salió el chico más guapo, era un monumento, lo primero que vi fueron unos ojazos azules ardientes, era una visión.

Se presentó - Muy bienvenidos -, habló en un perfecto español, - Soy Alexander Robsons -.

Con mis amigas no podíamos sacar nuestras miradas de aquel hombre, vestía un traje negro hecho a medida, una camisa rosada con una corbata acorde al traje.
Su imagen, era rubio con el pelo muy bien peinado y su tes bronceado, era alto y se notaba que se ejercitaba. Era un Adonis.

Empezó a saludarnos a cada uno, cuando fue mi turno, fue el último, me estrecho su mano y esa corriente que no sentía hace mucho, se presentó sin previo aviso, Alexander me perforó con esos ojos, no solté su mano, estaba feliz de volver a sentir esa descarga de electricidad. Le di un beso en su mejilla, fui la única que hice eso, me presente - mucho gusto, soy Isabel de Chile -, lo miré directo a su hermoso rostro.

INESPERADO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora