No solo el veneno es letal.
Esto es la mafia italiana.
Claire una huérfana que aprendió que la vida no es fácil de la manera difícil.
Una noche después de varios tragos bailando en una discoteca se topa con un hombre que todo en el señala peligro...
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Daniel Greco
Sus ojos húmedos me quedan viendo, deseo abrazarla, acercarla a mi y tocarla todo el tiempo. Ella no se puede ir, ahora pertenece aquí tanto como me pertenece a mí.
—Estas loco si crees que con palabras bonitas harás que me quede.
—No tienes opción, no dejare que te vayas.
Su mirada cambia ahora me ve con mas curiosidad y su semblante al fin se relaja. Sin embargo, no esperaba que lo siguiente que hiciera era tomar mi cuello y acercarme a un beso. Me toma totalmente por sorpresa, pero es la mejor bendita sorpresa.
No puedo evitar gruñir es su boca, tomar su cintura acercando su cuerpo al mío y ella enrollando sus brazos en mi cuello. Su boca y la mía se devoran mutuamente de manera frenética que aturde mi cuerpo. El calor incrementa y el bulto en mis pantalones crece y crece cada vez más.
—Claire — detengo el beso por un segundo —Pide que me detenga ahora o no habrá nada que pueda detenerme.
Su mirada oscura llena de lujuria empieza a volver loco el animal en mi interior, ella sonríe y baja hasta quedar de rodillas frente mío.
—No, hoy no quiero parar.
Sus lindas manos bajan de mi abdomen a mi pantalón donde puede ver el notable bulto que quiere salir de mis pantalones. Se lame los labios y me esfuerzo por mi auto control. He deseado demasiado esta mujer. Sus manos no se detienen y desabrocha mi cinturón y sigue hasta que tiene mi miembro en sus manos. Mi respiración se acelera con cada movimiento que hace para masturbarme sus ojos viendo hacia arriba directo a los míos y me mata. Trato de controlar mi respiración no emocionarme mucho o me correré antes de lo que quiero.
Aun con sus ojos viéndome abre su boquita saca su lengua y lame la punto de mi miembro. Me dará un maldito ataque si no sigue con su toque así que mi mano sale a su cabello lo acaricia y lo toma para acercar su boca mas a mi necesitado miembro.
—Eso es pajarito, lo tomas tan bien.
La atraigo más hasta tener todo mi pene por completo tocando su garganta y el sonido de su arcada me pone aún más duro.
—Así, se siente tan bien — la alejo para que pueda volver a verme—pero te necesito a ti.
La hago levantarse enrollando sus piernas y atacando su boca caminando hasta recostarla en la cama. Beso su cuello y clavícula disfrutando la sensación de su piel.
—Daniel — me llama en un suspiro. Levanto la mirada para verla —el condón
Sonrió mientras busco en la pequeña bolsa de mi traje para mostrarle el condón.
—Me asegure en tener un condón siempre disponible, no volvería a perder otra oportunidad contigo mi pequeño bombón.
Ella sonríe y niega, lo toma de mis manos y yo sigo con mi trabajo. Marcando besos en su suave piel imaginando que dejo mi marca en ella mientras voy retirando su ropa.
