Capítulo 29. ¿Por qué estás mojada?

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Lukas tenía la cabeza apoyada en una columna de la pared y sus piernas extendidas sobre el suelo

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Lukas tenía la cabeza apoyada en una columna de la pared y sus piernas extendidas sobre el suelo. Con sus manos se tapaba los ojos, pero gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas y su cuerpo temblaba levemente.

La sonrisa que tanto me gustaba se había esfumado.

Me incliné hacia él, tomé su rostro entre mis manos y comencé a secar sus lágrimas con el puño de mi sudadera. Él tenía su vista clavada en el piso, apretaba su quijada intentando acallar su llanto. El corazón se me hacía añicos al ver a Lukas así, y más porque yo me sentía culpable de su sufrimiento.

—No sé qué está pasando —dijo en un hilo de voz.

—Lukas, lamento esto.

—No entiendo porque Nicole te acusa de... —Lukas se sobó la nariz y continuó hablando con la voz quebrada—. ¿P-por qué dice eso de ti?

—Derek se ha hecho una idea equivocada de lo que ocurrió ese día —hablé intentando parecer impasible—. Lisa y Nicole han creído en su versión, pero él no sabe qué pasó en realidad.

—¿Y tú si sabes?

Respiré hondo. —Sí, yo lo presencié —confesé.

—¿Por eso creen que estás involucrada?

—Supongo —Me encogí de hombros.

—¿Y qué es lo que ocurrió en verdad?

—Bueno, no es como Derek lo cuenta...

—Jóvenes, ¿qué hacen aquí? —Un profesor nos increpó. Rápidamente nos pusimos de pie, sacudí mis rodillas y me acomodé la falda—. Vayan a su salón.

—No —solté sin pensar. El profesor me vio con los ojos desorbitados y todas las arrugas de su frente se marcaron—. Tengo que hablar con él —alegué casi en un ruego.

—Señorita Ruth, ¿acaso quiere ir a detención? —Arrugó la nariz molesto.

—Profesor, solo deme un momento. —Lukas se giró dándome la espalda y comenzó a caminar, lo detuve jalándolo de la chamarra. —¿Lukas?

—Por favor, debe volver a clase —El profesor me tomó de un brazo conduciéndome a mi salón. Eché un vistazo hacia atrás. Lukas no volteó.

En cuanto pude busqué a Lukas, como no lo encontré en su salón ni en las canchas, fui a los vestidores del equipo de americano. Estaba asomada desde el umbral de la puerta, alzándome sobre las puntas de mis pies.

—Oye preciosa, ¿qué haces ahí? —preguntó con galantería uno de los chicos que llevaba una toalla atada en la cadera—. ¿Estás admirando el paisaje?

Rodé los ojos. —Como si hubiera algo que admirar —mascullé por lo bajo para que no me oyera.

Alcancé a distinguir la figura de Jason, lo llamé agitando la mano y saltando para que pudiera notar mi presencia desde las alturas. Jason se acercó solo traía puestos unos pantaloncillos cortos, su camisa la traía colgando del hombro derecho.

Fragmentos de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora