Capítulo 24. El príncipe sapo

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«¡Maldición, que despistada soy!»

Olvidé el ensayo, esa tarde reestrenaríamos la obra de Romeo y Julian, y el señor Russell nos había citado antes para organizar todo antes de la presentación. El señor Russell era muy estricto con la puntualidad.

Comencé a correr en dirección al auditorio como si el diablo me viniera persiguiendo; me topé con un grupo de nerds platicando en pleno pasillo y les dije: —Cuidado, golpe avisa—. Se hicieron a un lado. Más adelante, estaban los del equipo de baloncesto bloqueando el paso, caminé a gatas y pasé entre sus piernas.

Parece que todo el mundo se puso de acuerdo para atravesarse en mi camino.

A medio trayecto me encontré con Nick, también estaba corriendo.

—¿También lo olvidaste? —preguntó.

—No, estoy entrenando para el maratón —solté con sarcasmo y rodé los ojos.

—Acelera el paso, Ruth —refunfuñó Nick—. El señor Russell nos matará.

—Eso intento, pero ya estoy cansada —Frené mi marcha—, sigue sin mí.

—No seas dramática —Él me tomó de la mano y me llevó casi jalando.

Nick se detuvo en la entrada del auditorio viendo un letrero pegado en la puerta. Yo me agaché tratando de recuperar el aliento.

—Oh, ¿por qué los de coro siguen aquí? —le pregunté y no recibí respuesta. Me asomé por la ventana, poniendo mis manos como binoculares—. Ahí está Morgan —La saludé agitando la mano, pero ella no me vio.

—Ahí dice que el ensayo se retrasa media hora —dijo Nick. Me acerqué a leer el aviso, era del Señor Russell pidiendo que nos viéramos a las tres de la tarde para el ensayo general.

Nick sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón para ver la hora y dijo: —Son 14:34. No falta mucho, será mejor que esperemos aquí.

Asentí. Nick se acomodó en el suelo recargado en la pared, se quitó la chaqueta y la tendió en el piso para que yo me sentara. Le agradecí el gesto y me coloqué a su lado.

—¿Estas nervioso?

—Un poco, más de lo usual —admitió mientras se alborotaba el cabello—. Es que quiero hacerlo bien.

—Eh, tranquilo —Le sonreí y puse mi mano sobre su hombro—. Yo confió en que lo harás.

—Daré mi mayor esfuerzo —Volteó su rostro en mi dirección y cubrió mi mano con la suya—. Esta función quiero dedicársela a Elton.

—Gracias, no sabes lo mucho que eso significa. A él le encantaría.

—Ruth, sé lo que él sentía por mí.

Lo observé confundida sin comprender a que se refería, quizá si sabía de qué hablaba, pero aún no lo asimilaba. —¿Qué? Nick n-no... —balbucí, las palabras salían de mi boca sin coherencia.

—Elton me confesó que yo le gustaba —declaró por lo bajo y un leve rubor pintó sus mejillas. Abrí los ojos sin ocultar mi asombro.

—¿Cuándo? Dime, ¿cómo es que yo no me enteré?

—Me lo dijo el día antes del tiroteo.

—Pero ¿cómo fue? —Inquirí—. ¿Qué te dijo?

—Elton me preguntó: ¿Te puedo decir un secreto? Yo le respondí: Estoy tan adormilado, que puedes decirme lo que sea... Y sin darme tiempo a reaccionar, lo escupió. Cuando se me declaró, se me quitó el sueño que tenía.

Fragmentos de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora