Capítulo 20. La otra mejilla

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Era la última clase del día y ya casi por terminar se me ocurrió ir al baño, no podía aguantarme, nunca he tenido buen control de mi esfínter. Fue un día bastante bueno y productivo, hasta que me encontré con la pelirroja insoportable al salir del baño.

Me lavé las manos fingiendo que no me había percatado de su presencia.

—Ruth, ¿es verdad que estás saliendo con Lukas? —preguntó Samantha casual, mientras se pintaba los labios frente al espejo.

Solo volteé a verla fugazmente y no dije nada, seguí con lo mío. Pese a que no le respondí ella siguió hablando.

—Yo salí con Lukas hace tiempo... —comentó con malicia y se me acercó—. Gran chico ¿no?

Levanté las comisuras de mis labios intentando esbozar una sonrisa. ¿Quién carajos le preguntó?

—Me parece que después de mí, sus estándares han bajado —Ella caminó alrededor de mí, con los brazos cruzados como examinándome.

Inhala Ruth, imagina la paz del Tíbet.

—Debió afectarle mucho que lo terminara —espetó con tono arrogante — Ahora se conforma con tan poco.

Exhala, no respondas, solo busca provocarte.

Ella estiró su cuello y elevó su mirada, viéndome por encima del hombro.

—Qué curioso, Charlie estaba detrás de ti y ahora que no está, tú sales con su hermano. —No me gustaba el tono que estaba usando—. Tal vez Lukas logre hacer lo que Charlie siempre quiso...

Al carajo con Samantha.

—¿Por qué no te callas Samantha?

—¿O qué?

Ella se puso delante de mí alzando el pecho, yo imité sus movimientos. Nos retábamos con la mirada, estaba segura de que en cualquier momento me soltaría un golpe. Una parte de mi quería salir corriendo y la otra quería enfrentarla, ya me tenía harta.

Antes de que pudiera contestarle, la puerta de los sanitarios se abrió, y apareció Morgan.

—¿Qué sucede Ruth? —preguntó Morgan confundida por la escena, volteó a verme y luego a Samantha.

—Vámonos —la sujeté de la muñeca y la saqué de ahí.  

—Pero tengo que orinar, ya me anda.

—Entonces corre y aprieta fuerte.

Yo la conduje hacia el sanitario más cercano, ella me seguía dando saltitos. La pobre por poco no llega. Me senté en los lavabos mientras ella hacia sus necesidades.

—¿Qué te dijo Samantha? —Morgan habló desde el interior del baño.

—Qué soy poca cosa para Lukas.

Abrió la puerta de golpe —Esa bruja —masculló molesta—. ¿Y qué le contestaste?

—Nada.

—Debiste defenderte, no permitas que te trate así —Me reprochó con ternura, igual que mi madre.

—No tiene caso —comenté desganada. Me bajé de un salto de los lavabos.

Morgan me sujetó de los hombros para que le prestara atención—: Ruth, deja de poner la otra mejilla.

No pude evitar reír ante sus palabras. —¿Qué no se supone que eso dice la biblia? —la cuestioné con sátira.

—S-sí —titubeó—, pero Samantha puede ser la excepción.

Fragmentos de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora