Capítulo 16. Estrellitas en la frente

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Después de una larga jornada de clases, caminaba como si hubiera sido tacleada por todo el equipo de americano. Acompañé a Morgan a su clase de coro, yo estaba perdiendo el tiempo porque más tarde me encontraría con Lukas.

—La nueva profesora de biología me agrada, es buena explicando —comentó Morgan.

—Sí, es mejor que el profesor Miller. Él era un pesado —dije yo.

Nos detuvimos, Morgan se sacó las gafas para limpiarlas y declaró optimista —Espero que con esta nueva profesora pueda subir mi promedio. —A mí, todo eso de las calificaciones me importaba poco, mis padres solo pedían que no reprobara. Mi madre decía que el sistema educativo premia a los obedientes y no a los inteligentes. En cambio, mi padre no era partidario de esa idea, él prefería estrellitas en la frente.

Morgan era muy esmerada, hacía todas las tareas y estudiaba siempre antes de cada examen. Ella era una alumna ejemplar, aunque no siempre obtenía las mejores calificaciones, a veces estudiaba tanto que se bloqueaba. Yo no era precisamente sobresaliente en la escuela, pero había tres asignaturas, sin contar al club de teatro, en las que si me esforzaba: literatura, matemáticas e historia, lo demás me daba igual. Mi boleta de calificaciones estaba llena de B 's, una que otra A y en gimnasia apenas alcanzaba una C.

—¿De qué hablan? —preguntó Twenty aproximándose a nosotras.

—Del profesor Miller —aclaró Morgan.

—Pobre, era un viejo machista —soltó él.

—Y homófobo —añadí.

—Chicos, no sé si deberíamos hablar así de él ahora que está muerto —siseó Morgan. Parecía que ella nos reprendía con la mirada.

—Él decía cosas peores estando vivo —disentí. El profesor Miller era una persona desagradable, siempre decía que las mujeres eran seres inferiores que no podrían superar a los hombres, física o intelectualmente. Además, solía hacer bromas ofensivas contra las personas que tuvieran una preferencia sexual distinta a la heterosexual.

—Cierto —chasqueó los labios y asintió dándome la razón.

—Y tenía mal aliento —acotó Twenty y arrojó su hálito en la cara a Morgan, el olor que percibí era una mezcla de menta con café. —¡Diablos, si te sentabas hasta adelante era una tortura! —hizo un mohín como de náuseas.

—Bueno, lo cierto es que nada de eso representa un motivo suficiente para matarlo —señalé. Hasta la fecha, no entendía por qué Elton lo habría matado.

—Sí, con darle unas mentas habría bastado —declaró Twenty esbozando una sonrisa. Apreté la boca, dibujando una línea en mis labios, casi se me escapa una carcajada, pero me contuve porque Morgan no parecía estar de humor.

—De hecho —dijo seria Morgan—. El profesor Miller murió de un infarto.

—¿QUÉ? —solté sin creer lo que escuchaba—. ¿Elton no lo mató?

Negó con la cabeza y explicó —Elton sí le disparó, pero en la mano.

—¿Tú estuviste ahí cuando todo eso ocurrió? —Se dirigió a Morgan y ella movió la cabeza de manera afirmativa, Twenty continúo diciendo—. Cuéntame. Como yo falté ese día, no me enteré de nada hasta que Ruth me lo dijo, pero no me dio detalles.

—Dejame hacer memoria... —exhaló profundo y comenzó su relato. —Estábamos en el gimnasio y llegó Elton, lo saludé, pero me ignoró —Morgan bajó los hombros y siguió relatando. —Como él no tenía puesta la ropa de deportes, el coach lo reprendió. Luego, Elton sacó un arma de su mochila y disparó al techo. En ese momento, todos estábamos confundidos y aturdidos por el impacto.

Fragmentos de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora