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Una situación extrañamente satisfactoria.
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―.𝙺𝚊𝚝𝚑𝚎𝚛𝚒𝚗𝚎 𝙴𝚟𝚊𝚗𝚜♥
—Estoy bien. —repetí por décima vez en todo el día.
Grace me había llevado a la enfermería al verme tan pálida y con tantas ojeras. Estaba sentada sobre la camilla mientras me hacía un chequeo.
—¿Estás comiendo bien? —preguntó—. Te vez más delgada.
Tomó mi mano y me paró sobre la báscula, noté como había bajado dos kilos y si antes le preocupaba mi peso creo que con esto lo estará aún más.
—Pesas cuarenta y dos kilos, cariño —me midió—. Y tu estatura es de un metro y cincuenta y cuatro centímetros, es muy poco para tu estatura. Deberías alimentarte más.
Acarició mi mejilla.
—Debe ser genética, me alimento bien —era verdad, como mis tres tiempos, aunque es verdad que suelo comer poco. Pero no es del todo mi culpa, antes me daban lo suficiente para vivir—. O puede ser por entrenar mucho, quien sabe. Estoy bien, Grace.
No parecía muy convencida.
—No estoy segura de eso. —me dijo, tal vez buscando información en su cabeza sobre si eso puede afectar en algo—. Aún no es alarmante, pero si bajas más de peso...
Me bajé de la báscula y me puse los zapatos, girándome hacia ella.
—No te preocupes por eso, prometo comer más en la cena.
No esperé a que me diera un consejo como usualmente hacía, solo me fui. Me choqué con Luther en el proceso.
—Oh, lo siento. —dijo él.
—¿Tienes algo con chocar a la gente, no? —dije recordando el primer día.
—Si...Digo, no —se rió, pero se calló poco después al ver mi cara—. Por Dios, Katherine, ¿te sientes bien? Te ves...
—¿Pálida? ¿Exhausta? ¿Medio muerta? —asintió—. Si, bueno, no eres el primero en decírmelo.
—¿Puedo hacer algo por ti? —preguntó con tono de preocupación.
