Tres días después, era 30 de agosto, así es, mi cumpleaños, cumplía 12 años, aunque no estaba tan emocionada, pero esperaba un mensaje en especial con ansias, así es, el mensaje de Sam. Un día se lo dije cuando preguntamos nuestros cumpleaños y le dije 1 semana antes, dijo que lo tenía en su agenda, aunque lo conozco lo suficiente para saber que ni agenda tiene el pobre.
Hablamos en la mañana y en la noche, pero nunca llegó, admito que me puse algo triste. La verdad, no tengo nada que contar de este día, no fue interesante.
Tarde en la noche, estaba muy mal, ¿Por qué? Por todos mis problemas, lloré, lloré, lloré, lloré demasiado.
Intenté suicidarme de nuevo, pero pensé en Sam, no exageraba cuando decía que él era mi razón de vivir en este momento, pensé en que él era mi luz y esperanza, así que me contuve y no lo hice.
Intento de suicidio del cual me salvó #4.
Pero yo no iba a dejar las cosas así, entonces decidí bloquear a todos mis conocidos, sin excepción, necesitaba un tiempo a solas para sanar. Pero sabía que a Sam no podía hacerle eso, así que le escribí un mensaje de despedida, no recuerdo lo que decía (claro que recuerdo, pero me da cringe), pero después lo bloqueé cómo al resto.
Al día siguiente se me pasó, pero no era capaz de decirle a Sam: "Hey, Santiago, olvida ese mensaje, simplemente tuve una crisis", mal.
No podía parar de pensar en el porqué hice eso, en que estará pensando él de mí, en que probablemente lo lastimé, entonces lloré, lloré porque lo perdí por una estupidez. Todos los días lo pensaba e incluso soñaba con él, lloraba todas las noches fuertemente, era mi culpa, todo mi culpa, la peor manera de pasar septiembre, incluso mi mamá dijo que me notó un cambio negativo desde septiembre, aún cuando yo estaba mal desde marzo.
Muchas personas que saben de esta historia, creen que sólo él es el malo, pero yo también tuve malas actitudes cómo esta. Lo que hice no fue para nada justificable, una acción con 0% de responsabilidad afectiva, el simple hecho de irme de su vida sin explicaciones, cómo si no significara nada, aún cuando él era mi todo, probablemente dejándolo sobrepensando, cómo si acaso hubiera hecho algo mal, no es justificable y probablemente, si yo no hubiera hecho eso, él y yo estaríamos más felices que nunca, cómo lo que siempre fuimos, nosotros.
Un día empecé a escribirle textos, algo melancólicos y los publicaba en mis estados de WhatsApp. Empecé a escuchar canciones de desamor y ahí fue cuando realicé: Estaba enamorada de Sam. No era cariño, no era atracción, no era gustar, era enamoramiento, no me di cuenta de lo que sentía hasta que lo perdí.
Me enamoré de todo. Me enamoré de su personalidad; Esa tan sarcástica, divertida, comprensiva, adorable, súper inteligente, maduro (en su momento) y que yo consideraba única, porque nunca buscó encajar en la generación de internet. Su físico; Su cabello castaño, que cambiaba de corte cómo forma de desahogo, sus ojos que con el sol eran marrones cómo un ice coffee, sus labios tan delgados, su sonrisa tierna con brackets que cambiaban de color en cada consulta, su voz gruesa que cambiaba de acento de Medellín, a acento de Cali, a acento de Bogotá, a acento de México dependiendo de su humor, aunque muchos decían que era fea y desagradable, a mí siempre me pareció cómo la voz de un ángel caído del cielo, su lengua rosa que soñaba besar, la forma medio cuadrada de su cara y su mandíbula marcada cómo Noah Schnapp, sus manos tan largas, su cuerpo tan atractivo y su estilo de vestir tan urbano, sus gustos, los cuales eran tan variados pero tan únicos, al menos desde mi punto de vista, sus defectos, etc, todo de él me gustaba y lo descubrí cuando escribí un poema en específico.
Un día decidí desbloquearlo, aunque no tuve el valor para escribirle, me daba mucho miedo que tal vez rechazara mis disculpas, pero al menos podía vivir sabiendo que en cualquier momento se daría cuenta y me escribiría, si es que todavía me quería o al menos se acordaba de mí.
Un día pensé en él y empecé a llorar cómo nunca lo había hecho en toda mi vida, de verdad me arrepentía de haberlo dejado ir por una razón tan idiota. Extrañaba al chico que me hacía reír, el que me hacía olvidar de mis problemas, el que me comprendía a todo lo que le contaba, el que recientemente me había dado cuenta que amaba más que a cualquier cosa o persona en el universo, el que me conquistó sin siquiera intentarlo.
Yo no podía vivir sin Sam, literalmente.
Todos los días me echaba la culpa, no podía hacer absolutamente nada sin pensar en él, nada lograba distraerme, ese chico era mi todo. Yo ya no hacía nada, no hacía tareas, no comía, no salía de mi habitación excepto para bañarme, me la pasaba escuchando las canciones de nuestros artistas favoritos, no podía escucharlas sin recordarlo a él y llorar por más alegres que fueran. No salía a ningún otro lugar que no fuera el colegio y hasta ahí lloraba por él; En clases me sentaba atrás en un rincón y lloraba en silencio, mi prima me preguntaba que me pasaba, los profesores me notaban muy cambiada; En las clases que odiaba, pedía permiso para ir al baño y encerrarme a llorar, en los recreos, regalaba la comida que mis abuelos me empacaban (¡¿Cómo hay gente que la bota?! Quiero decir, la comida no es gratis, hay personas que la necesitan.).
Llegó un día, 2 de octubre, llegué a mi límite, no podía más con esa agonía, entonces fui por el cuchillo a la cocina, así es, lo intentaría de nuevo y esa vez ya no estaba él para salvarme, o al menos eso creía.
¿Por qué lo haría? Simple, porque no podía seguir sin él, no era por más problemas acumulados, no era por impulso, no era crisis general, era por él, únicamente por él, porque no podía vivir sin él estando conmigo.
Con lágrimas y un nudo gigante en mi garganta, estaba a punto de clavarme el cuchillo, pero recibí un mensaje, adivinen de quien:
—Hola...
Así es, era Sam.
Me preparé mentalmente para ese momento desde el día en que lo desbloqueé, pero no sabía el rumbo de la siguiente conversación, si tal vez arreglaríamos todo o sería una discusión que probablemente me haría romper en llanto o perder el tiempo, afortunadamente, fue la primera.
Preferiría no poner la conversación acá, pero traté de pedirle disculpas de la manera más sincera, reconocí mi error tan grande e hice mi mayor esfuerzo por cambiar, hasta hoy, sigo arrepentida. Afortunadamente, me perdonó, no pude estar más feliz.
Inmediatamente corrí a poner el cuchillo en su lugar, obviamente no podía estar muerta si mi razón de morir había vuelto, volviendo a ser mi razón de vivir.
Intento de suicidio del cual me salvó #5
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Sam y Mariana: Una mala historia de amor
Teen Fiction"Dicen que todas las personas tenemos un hilo rojo en el dedo meñique amarrado a la persona que amaremos por siempre. El hilo se podrá contraer, enredar o estirar, pero jamás romperse.", eso es mentira. Sam y Mariana eran dos chicos con gran diferen...