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Junio se pasó volando, Sam y yo cada vez éramos más cercanos, todos los días hablábamos, nos cuidabamos el uno al otro y nos ayudabamos con nuestros problemas, eran incontables todas las veces en las que me ayudó, jamás me cansaré de decir que este chico era el único que me entendió en su momento, cada día le tomaba más cariño, mejor dicho, cada día me enamoraba más de él. Recuerdo las veces en las que me ha tratado de forma tierna, cómo diciéndome cariño, hermosa y mencionando que mi voz era bonita.

Sam terminó la relación con su novia, Hanna, me puse feliz, aunque en ese momento no quería admitir que me gustaba; Gracias a eso me dedicó más tiempo a mí, yo era realmente feliz a su lado, aunque, claro, no éramos nada, éramos "hermanos", cómo él decía, aunque a mí no me gustaba llamarlo así.

Ya eran inicios de julio, me contó que consiguió amigos, al principio estuve muy feliz por él, yo era su única amiga, así que me alegraba que por fin pudiera expander su círculo social, pero había algo que no me gustaba. Empecé a notar que ya no éramos tan cercanos, todos los días salía con sus amigos, pero siempre respondía mal cuando yo le escribía o simplemente lo saludaba, pasamos de hablar todos los días a hablar de vez en cuando, yo estaba pasando por un mal momento.

El chico que tanta confianza me inspiraba, se estaba alejando, mi lugar seguro, mi impulso, una noche lloré por eso, porque no lo quería perder, después otra noche y otra, otra, otra y otra, parece exageración, pero en ese momento empecé a depender de él, aunque yo no lo sabía.

Cada día me preguntaba cómo estaría, que sería de él, cómo ha llevado sus problemas, pero sus amigos eran más importantes, eso dolió. Pero después de todo, no podía ser egoísta, él me dedicó demasiado tiempo, ya era hora de enfocarse en él, claro que sí, pero eso no significaba que tenía que dejarme tirada y hablarme sólo por aburrimiento.

Una noche cualquiera, me escribió:

—¿Estás? —Preguntó, iniciando la conversación.

—Sí.—Respondí

Empezó a preguntarme que había de mi vida y para ser sincera, no estaba para nada bien; Independientemente de que me había alejado de Sam (Bueno, mejor dicho, él se había alejado de mí, aunque yo tampoco había tomado la iniciativa para acercarme a él tan seguido.), tenía muchos problemas en mi vida. Discutí con mi mamá porque dijo algo que me hizo sentir insegura, mi gato Felix había muerto recientemente, además, mi perro estaba enfermo, me estaba yendo muy mal en el colegio y mi relación con la comida estaba empeorando mucho, claramente le conté todo eso a él.

—Créeme que daría todo por estar a tu lado, poder abrazarte y decirte que todo estará bien, pero cómo no puedo, te lo digo desde acá y ten por seguro que todo saldrá bien. —Dijo tratando de motivarme, para después responder uno a uno de mis mensajes y darme solución a cada uno de mis problemas, volví a sonreír después de haber llorado tanto gracias a todo lo que estaba pasando.

—Gracias, no sé que haría sin ti. —Respondí.

—Digo lo mismo. —Dijo de vuelta.

Le devolví la pregunta de que había sido de su vida, aparentemente no estaba tan bien cómo yo pensaba, me contó que tenía casi los mismos problemas y que seguía triste por la ruptura con Hanna, también que lo hizo sentir cómo una mierda. Sé lo que se siente, así que intenté motivarlo o al menos hacerlo sentir mejor, creo que lo logré, así que me agradeció, hablamos un rato más y nos dimos las buenas noches para después irnos a dormir, aunque al día siguiente me contó que lloró hasta quedarse dormido.

Sam y Mariana: Una mala historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora