Cuando nos separamos, él tenía una de sus manos en mi mejilla y yo había apegado mi cuerpo al suyo. Nuestras respiraciones se habían entremezclado y, pese a saber que mis mejillas ardían y mi cuerpo entero se sentía en llamas, no podía dejar de mirarlo a los ojos con adoración y dolor. ¿Qué venía ahora? ¿Continuar? ¿Parar? ¿Enfrentar la realidad?
Elegí seguir ignorándola solo por un momento más y volví a besarlo una y otra vez. No había nada parecido a los labios de Brian Jones. Nada.
– ¿Desde cuándo? – pregunté la última vez que nos separamos, quitándole el cabello de la frente para mirarlo mejor. Él sonrió de medio lado.
– Es extraño – confesó. – De todas las cosas que planeé, esta no... Esta no era una de ellas.
– ¿Qué? ¿Liarte con la de la limpieza? – me burlé. A estas alturas todo me parecía ridículamente irreal, por lo que me permití reír, burlarme, no creer lo que estaba pasando aún.
– Que me gustes tanto – dijo sin dirigirse a mí, si no que como una plena realización de lo que estaba pasando en ese mismo instante. Tragué sonoramente y lo miré otra vez, queriendo tocarlo, volver a besarlo, nunca dejar esta cercanía que nos envolvía y nos hacía inmunes al resto del mundo por instantes. – Fue una sorpresa sentir celos ese día en el festival.
– ¿Qué día? – pregunté, sabiendo exactamente cuál era el día: el mismo en el que yo sentí celos por él.
– Cuando el de tu grupo del amor libre te besó – respondió como quien no quiere la cosa, como si ya no le afectara. Orgulloso, el príncipe. – ¿Aún sigues con él?
Hice un sonidito antes de reír.
– Nunca estuve con él en primer lugar – me sinceré. – Y ni siquiera entiendo el amor libre, estaba jodiéndote y fue lo primero que se me ocurrió.
Meneó la cabeza mirando hacia otro lado mientras se relamía los labios. Ese único gesto bastó para que extrañara tenerlos sobre los míos. Como había apartado sus manos de mí, fui yo la que alcé las mías y tomé su rostro para acercarlo e impedir que se fuera de mi lado.
– Así que... es mutuo – preguntó. Sus sonrisas de medio lado acentúan pequeños hoyuelos en sus mejillas, una vista maravillosa que nunca pensé encontrar tan... tan atractiva.
– Todavía siento... el dolor – confesé, sabiendo que debíamos hablar sobre las mentiras, sobre la vergüenza que me hace sentir pensar que todo este tiempo la engañada fui yo y la única que hizo el ridículo, otra vez, fui yo. – Si lo sabías significa que todo este tiempo estuviste viéndome actuar como una idiota y no hiciste nada, solo mirar, quizás reírte de lo ridícula que era yo en una misión espía falsa, preocupándome de ti, de Allen, de que no me despidiera porque necesito comer.
Él alzó su mano y la puso sobre mi boca, cerrando sus ojos como si así bloqueara todo lo que se le venía encima.
– No salió bien, pero jamás... Jamás pienses que me reí de ti – dijo, volviendo a abrir sus ojos para clavarlos en los míos con seriedad. – Yo solo quería que vivieras la experiencia, fuera como fuera, que salieras de Inglaterra, darte las gracias por... por devolverme a la vida.
– Brian, sueño contigo, desde que llegué aquí que sueño contigo descubriendo que estaba siguiéndote, sueño contigo odiándome, sueño con tu ira, con tu desprecio – protesté, alzando un poco la voz ahogada en llanto, ese llanto que aguanté desde que me confesó que todo había sido un plan suyo y nada tenía sentido.
Bajé la mirada y lloré. Él me abrazó y yo intenté luchar contra eso, no quería que pensara que, además de ridícula, era débil.
Se apartó y, por un momento, todo quedó en silencio y el frío de la brisa que entraba por la ventana por fin hizo que me estremeciera, extrañando el calor de su cuerpo y de su cercanía.
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Complicated || Brian Jones
FanfictionLos altos y bajos de ser la ama de casa de Brian Jones. [Ambientada en 1967]