IX: Sin expectativas

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Una vez más me engañé a mí misma y me senté en el comedor temprano por la mañana del jueves para tomar mi último desayuno en América, inconscientemente esperando que apareciera por la puerta a compartir conmigo, con esta persona que no soy bajo la bohemia de mi disfraz. Bebí lento, dejé que mi huevo revuelto se enfriara y aún así él no llegó.

Golpeando mis dedos contra la mesa, decidí ir a mi habitación a hacer las maletas y preparar todo, suponiendo que Klein llamaría antes del mediodía para confirmar mi salida del plan y de todo esto. Era absurdo seguir esperando por nada.

— Creo que algo le faltó a tu desayuno de hoy —me volteé y encontré que la decepción tenía cara: la de Frederick. Le sonreí amablemente, pero levantándome de la mesa de inmediato para que no tuviera oportunidad de atraparme sentándose conmigo.

— ¿Cómo estás? — le pregunté.

— Con algo de resaca. Vine por un café antes de que retiraran todo, ya sabes lo jodidos que son con los horarios en los hoteles — dijo.

— Yo me hubiera quedado en cama — opiné. — Suerte con eso — y empecé a caminar, pero no había dado ni dos pasos cuando me detuvo.

— ¿Te veo en el festival mañana?

Me volteé con cara de problemas.

— Me encantaría decirte que sí, pero vuelvo a Inglaterra esta tarde. Creo que es mi destino eso de planear cosas y que no salgan como quiero — lo último lo dije más para mí que para él, pero Fred meditó en torno a ello antes de responderme.

— Quizás es porque estás nadando contra la corriente — explicó enigmáticamente. Alcé una ceja. — Verás, cuando vas con la corriente, descubres que la corriente también va contigo.

Lo miré largamente y apreté mis labios para no largarme a reír. ¿Había sonado tan estúpido y redundante como creía o de verdad era una frase demasiado profunda para que yo pudiera entenderla?

— Me has dejado pensando — mentí. — Gracias... por eso.

Frederick asintió e hizo el ademán de ir por su café.

— Así que si las cosas cambian a tu favor, te veo en el festival. Los chicos y yo estaremos por allí dando vueltas los tres días — advirtió.

Asentí y alcé la mano como despedida, luego comencé a caminar.

Si las cosas cambian a mi favor. Si las cosas cambian a mi favor. ¿No que según esa frase de la corriente yo también debía cambiar si quería que las cosas cambiaran? Rayos, ya me dolía la cabeza y no por pensar en las cosas que dice Frederick, sino porque siento que ni mis acciones ni yo estamos teniendo sentido últimamente. Yo le había pedido volver a Allen, yo había estado toda la semana sintiéndome miserable por seguir en este lugar vigilando a Brian y ahora lo único que quería era que apareciera por la maldita puerta del comedor y poder decirle adiós.

Me estaba poniendo demasiado sentimental por esto.

Al salir del comedor no pensé ni en ir a mi habitación, solo largarme del edificio durante un buen rato. Salí directamente a la calle, harta de todo. Crucé la avenida frente al hotel y me dirigí hacia donde mis pies me llevaran, calles y calles, tiendas hippies, personas pidiendo dinero, payasos ofreciendo globos, mucha publicidad del festival en todos lados y muchos visitantes pasándola bien. Debería imitarlos y ser feliz, debería quedarme y ver a The Who porque me gustan y porque tengo la oportunidad. Debería dejar de sentir...

— ¡Eres taaan cuadrada! — dijo luego de escuchar por qué no salgo de fiestas a menudo y, en cambio, me quedo en casa, asustada de interactuar con extraños. Me parecía ofensivo que se riera de una persona que no es como él, que no tiene la capacidad de encantar a todo el mundo, que tiene problemas de autoestima y ha pasado por varios psicólogos con los años por el mismo motivo.

Complicated || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora